La acrilamida es un contaminante químico que se genera de manera natural durante el procesado térmico en alimentos de amplio consumo. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dictaminó en 2015 que la presencia de acrilamida en los alimentos incrementa potencialmente el riesgo de desarrollar determinados tipos de cáncer en todos los grupos de edad, por lo que supone un riesgo para el consumidor. Por tanto, es fundamental reducir significativamente la exposición dietética a acrilamida en la población. Dicho objetivo se alcanzará manteniendo la colaboración entre todos los actores implicados, como son la administración, la industria de alimentos, y los centros de investigación, pero también el consumidor y la restauración. Una adecuada gestión del riesgo reducirá la presencia de acrilamida en nuestra dieta y redundará en beneficios globales para la población.
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