El trastorno autista se caracteriza por una sintomatología heterogénea y variable que afecta, principalmente, a tres grandes áreas del desarrollo, que son: i) social y afectiva, ii) lingüística y comunicativa y, iii) comportamental. Cada una de estas áreas produce síntomas de diversa naturaleza que deben ser corregidos a través del uso de programas y técnicas de intervención. Se realiza una revisión de los diversos instrumentos y las diferentes técnicas que pueden ser empleadas en el trastorno autista, teniendo en cuenta la dispersión sintomática y la heterogeneidad que define su amplio espectro, tratando de minimizar el impacto potencial que produce la sintomatología nuclear, en el niño y en su desarrollo y, en las personas que lo rodean.
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