El aumento de la esperanza de vida de la población no sólo es un dato demográfico, la mayoría de los mayores, actualmente, presentan un nivel de bienestar equiparable e incluso mejor que el de muchos jóvenes, y por supuesto inimaginable hace tan sólo cuatro décadas (Pérez Díaz, 2003).
Las mejores condiciones físicas, sociales y psicológicas en que las personas acceden a esta etapa vital favorecen que entendamos la vejez como el periodo del desarrollo al que llegamos, en el que estamos; no sintiéndonos viejos sino sabiéndonos viejos (Aranguren, 1992). Sólo de esta forma es entendible que la jubilación venga a ser sinónima de su valor etimológico jubilatio haciéndolo coincidir con tiempo libre y ocio.
Algunos de los conceptos que aprendimos ayer no nos resultan útiles para el quehacer diario, por tanto tenemos que desarrollar nuevas habilidades, poner en juego otras estrategias que nos ayuden a una mejor integración y a una actuación adecuada en el Medio en el que nos desenvolvemos.
La oferta sociocultural, de participación social, de actividad para las personas mayores es variada, pero nos centraremos principalmente en aquellas que hacen hincapié en el aspecto formativo en aspectos medioambientales, ya que la persona mayor tiene derecho a la educación y al pleno desarrollo de su personalidad, de igual modo, tiene derecho a participar en la vida cultural, social e intelectual de su comunidad como actor y receptor de la acción.
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