El autor de este fragmento analiza la obra del joven escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, tanto en su faceta de escritor como la de traductor, aprovechando para disertar sobre el papel de los traductores y su contribución a la difusión del patrimonio literario mundial. Vásquez considera la traducción como la forma más perfecta de lectura y la mejor escuela de escritura y como una herramienta que le sirve al novelista para entender a otros que comparten la propia situación y buscan su propia voz. En Vásquez la obra traducida y la original se funden como dos ejercicios verbales complementarios.
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