El artículo analiza diversos casos y pretende demostrar que la formación filológica no excluye necesariamente el estudio de un microcampo médico. De la misma manera que traducir textos médicos exige no sólo el conocimiento del especialista, sino también las capacidades filológicas y estilísticas que se encuentran en un buen traductor. En otras palabras, la traducción de textos médicos no se limita a traducir términos. La vertiente filológica, baza innegable de un buen traductor, es también imprescindible.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados