Tomelloso, España
Madrid, España
Mientras que el 80% de la superficie dedicada en el mundo al cultivo de la vid la ocupan solo 12 variedades, en España ese porcentaje llega prácticamente al 90%. Por si solos, estos crudos datos conducen a uno de los retos a los que se enfrenta la viticultura actual: detener la pérdida de diversidad genética como pieza clave de sostenibilidad. En muchas regiones vitícolas, esta sostenibilidad se ve amenazada además por la reducción efectiva de los recursos hídricos que trae consigo el calentamiento global. El fomento de la diversidad genética de la vid, la utilización en la práctica de variedades más adaptadas, puede ser un factor destacado de resiliencia. Un mejor aprovechamiento de la diversidad varietal por parte del sector vitivinícola podrá constituir una buena herramienta para enfrentarse a los desafíos que lo amenazan.
Un factor que contribuye a revelar la adaptabilidad de las variedades a la escasez de agua es la eficiencia en el uso del agua (EUA), y que se puede estudiar a diferentes escalas en la planta y/o por medio de varios procesos fisiológicos. La mayoría de estudios experimentales se han realizado a través de medidas de fotosíntesis y transpiración en hojas, o plantas enteras; también, por medidas del δ13C en hojas y mostos, que son más integradoras y representativas del proceso de intercambio de gases a lo largo del ciclo.
La proporción relativa que existe en un tejido vegetal de los dos isótopos estables del carbono (12C y 13C) está íntimamente relacionada con las condiciones bajo las que ocurrió la fotosíntesis durante su formación. En el caso de la relación isotópica del carbono (δ13C) de los azúcares del mosto, se ha demostrado que está estrechamente relacionada con las condiciones de estrés hídrico que se producen durante el verano y, particularmente, con las del período envero-vendimia. Cuando las vides experimentan déficit hídrico, se favorece el cierre estomático y, como consecuencia, la discriminación isotópica asociada a la fotosíntesis disminuye, dado que la proporción relativa de 13CO2 dentro de la hoja aumenta respecto a la del 12CO2.[1] En consecuencia, las plantas que han sido sometidas a un déficit hídrico mayor presentan habitualmente valores de δ13C más altos (menos negativos) que los procedentes de plantas menos estresadas, reflejando una mayor eficiencia hídrica. [2] Este estudio se encuadra dentro del proyecto estatal “Valorización de variedades minoritarias de vid por su potencial para la diversificación vitivinícola y de resiliencia al cambio climático (MINORVIN)”, y concretamente dentro del subproyecto 1, que se centra en explorar la variabilidad genética existente en la búsqueda de genotipos tolerantes a la sequía. Dentro de este marco, con este trabajo se pretende valorizar la diversidad de variedades de vid minoritarias de España, con base en su capacidad potencial para mitigar efectos del cambio climático como la sequía. Se trata, en definitiva, de utilizar el δ13C para evaluar el estado hídrico mantenido por las variedades en las distintas localizaciones como herramienta para identificar aquellas que responden al déficit hídrico mostrando una mayor EUA.
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