El autor expone brevemente algunas claves para comprender el lenguaje de la escultura y evoca la potencialidad universal del arte para predicar. Para la apreciación de sus esculturas propone apelar a la experiencia sensual más allá de la visual. Asimismo, explica cómo su obra nace de la meditación y la reflexión, de un ejercicio contemplativo y espiritual en busca de la serenidad. Por último, reconoce la cualidad religiosa de todos sus trabajos, frente a la sacra, que suele venir dada por el contexto espacial
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