Ni África es un continente uniforme (podríamos hablar de varias Áfricas), ni tampoco se puede hablar de una sola educación africana, por lo que hemos de hablar en plural. Más aún si nos referimos a la enorme diversidad de pueblos, lenguas y culturas que pueblan el continente de norte a sur y de este a oeste. También parece obvio hablar de diversidad y en plural cuando nos referimos a los sistemas educativos actuales de las diferentes naciones africanas, que construyen sus modelos educativos propios a partir de sus respectivas independencias en el corazón del siglo xx, pero tomando en consideración muchas de las tradiciones africanas ancestrales de los pueblos originarios. En esta confluencia de situaciones se encierra la clave interpretativa del ser educativo del continente africano actual, que posee riquísimas y tradiciones ancestrales, incluso con culturas escritas sincrónicas a las griegas, las judeocristianas primitivas y árabes, y no solo orales, rompiendo así alguno de los tópicos imperantes sobre la ausencia de la cultura escrita entre los africanos. Un análisis comparado de varias muestras y ejemplos nos conduce a una interpretación menos lineal y tradicional de los modelos educativos africanos de nuestro tiempo.
Neither is Africa a uniform continent (we could speak of several Africans), nor can we speak of a single African education, so we have to speak in plural. Even more so if we refer to the enormous diversity of peoples, languages and cultures that populate the continent from north to south and from east to west. It also seems obvious to speak of diversity and plural when we refer to the current educational systems of the different African nations, which build their own educational models from their respective independence at the heart of the twentieth century, but taking into consideration many of the ancestral African traditions of the original peoples. In this confluence of situations is contained the interpretative key of the educational being of the present African continent, which possesses very rich and ancestral traditions, even with written cultures synchronous to the Greek, Judeo-Christian primitives and Arabs, and not just oral, thus breaking some of the prevailing clichés about the absence of written culture among Africans. A comparative analysis of several samples and examples leads to a less linear and traditional interpretation of the African educational models of our time.
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