La acrilamida es un contaminante atípico desde el punto de vista de la gestión del riesgo y eso hace que nos encontremos en la situación actual con la publicación del Reglamento 2017/2158. Gestionar un riesgo alimentario supone implementar las medidas de gestión del riesgo que permitan disminuir la exposición de los consumidores a ese determinado riesgo a través de la dieta. En la toma de decisiones sobre las medidas más adecuadas para cada riesgo, que tiene lugar en el seno de la Comisión Europea junto con los Estados Miembros de la Unión Europea (UE), la base principal a tener en cuenta es la ciencia, pero también influyen otros factores legítimos como factores económicos, sociales o culturales. La evidencia científica en la UE la proporciona la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) a través de sus evaluaciones de riesgos en alimentos y piensos.
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