Si como afirman los autores de la ponencia �los maestros deben recibir una formación específica para que conozcan cómo es la repercusión de su carácter en el desarrollo del carácter de los alumnos� (Bullough, 2011), responderemos, desde una perspectiva complementaria, a la cuestión de cómo hay que formar a los maestros para que éstos forjen un carácter moral. Con este objetivo, presentaremos una propuesta partiendo de dos enfoques alternativos: 1) una buena práctica docente es suficiente para la formación del carácter o 2) las buenas prácticas son necesarias pero no suficientes. En este segundo enfoque es donde ubicamos el modelo Integrador de Educación Ética (IEE) (Narváez, 2006).
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