La industria de la animación (no perteneciente a Hollywood) ha mantenido durante los últimos años una política de imitación del producto norteamericano. Un tipo de cine dirigido al público infantil y que muchos teóricos han catalogado como género cartoon. Sin embargo, la reproducción de este modelo resulta un callejón sin salida para otras cinematografías nacionales, ya que no pueden competir en estos términos. Así, muchas industrias minoritarias deben crear un cine que no se asemeje al cartoon y que no ofrezca Hollywood. Es decir, un tipo de animación independiente que trabaje otros géneros cinematográficos (como el documental, el bélico, el drama, etc.). Un hecho que obliga a Europa a plantearse nuevos caminos para el futuro desarrollo de sus producciones animadas.
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