La innovación, entendida como la búsqueda deliberada de las formas de entender y practicar la enseñanza que sean útiles para ayudar a las niñas y los niños a vivir mejor, es una aspiración que debe ir más allá de las reformas. Deberíamos dedicar especial atención al saber de la escuela, reconocer su valor y enriquecer el conocimiento pedagógico con ese saber vivo, nunca predecible y controlable. Porque sólo el compromiso del profesorado permite iniciar y sostener cambios educativos profundos y duraderos. La investigación debe adecuar sus procedimientos para ser capaz de escuchar esa sabiduría no sometiéndola a criterios que la despojen de su sentido y su potencia explicativa y transformadora.
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