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Arquitectura, interacciones, filosofía (críticas y personales)

  • Autores: Juan Antonio Sánchez Morales
  • Directores de la Tesis: José María Torres Nadal (codir. tes.), Antonio Campillo Meseguer (codir. tes.)
  • Lectura: En la Universitat d'Alacant / Universidad de Alicante ( España ) en 2015
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Francisco Jarauta (presid.), Atxu Amann Alcocer (secret.), Enrique Nieto Fernández (voc.)
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: RUA
  • Resumen
    • Introducción / Motivación Nos proponemos describir una situación que intuimos convulsa, inquietante, a veces triste, oscura, débil, y desde luego frágil y controvertida. Es como imaginamos el estado de la arquitectura en este siglo ya avanzado, o, al menos, el estado de ánimo de muchos de sus agentes, particularmente de los vinculados a los entornos más próximos. No obstante, las dificultades no tienen porque conducir al desánimo o la desesperanza. Las dificultades arquitectónicas serán precisamente la energía que alimenta el motor arquitectónico. La dificultad, el vacío, o la inquietud, conforman una situación indescriptible o inclasificable que puede despertar el más apasionado de los entusiasmos.

      El primero de ellos (de los entusiasmos) surgiría si nos atreviéramos a preguntarnos por la naturaleza de la arquitectura, por lo que pudiera ser, por lo que deja de ser, o por lo que pugna por ser así reconocido. Una pregunta, ¿qué es la arquitectura?, a la que siempre debemos añadir el vocablo hoy, que te lleva directamente al borde del precipicio, una pregunta que no debe hacerse así nada más empezar, y que de hecho soslayaremos por ahora, aunque no renunciemos a abordarla en algún momento. Empecemos por imaginar que la arquitectura está ahí, que rodea o envuelve nuestra actividad, y que define una esfera, un campo, un área suficientemente grande como para dar cobijo a este texto que arranca y a la gran cantidad de acontecimientos que alberga.

      Pero qué alberga ese paraguas. Una multitud de actividades, desde luego, pero que podemos agrupar en dos grandes categorías: las prácticas profesionales y la actividad universitaria, agrupando en esta docencia e investigación. Las prácticas como consecuencia, como hecho o como manifestación permanente de afirmación arquitectónica, de que la arquitectura existe. La docencia como procedimiento de impulso, de acceso o de integración, como sistema de adquisición de los recursos básicos necesarios para el desarrollo de prácticas futuras, para garantizar así un ciclo en permanente movimiento y la investigación como corolario revulsivo de todo ello.

      El proyecto de este trabajo consistirá, en lo sustancial, en el estudio de algunas cualidades de las prácticas y en el análisis de algunas condiciones de la docencia, confiando en poder, a partir de aquí, desde esos datos, atacar la cumbre, ofrecer alguna respuesta sobre la naturaleza del ser arquitectónico.

      Desarrollo teórico En esta investigación se desarrollan tres indagaciones extradisciplinares viajando de la Arquitectura a la Filosofía en busca de una interpretación arquitectónica de tres conceptos filosóficos sustanciales: crítica, ética y cuerpo; con el propósito de relacionarlos con tres facetas claves de la acción arquitectónica: las prácticas profesionales, la docencia del proyecto y la definición misma de arquitectura. La investigación se complementa con tres aplicaciones directas en formatos distintos: reflexiones cortas sobre la actualidad, artículo científico sobre la docencia, y artículo disciplinar sobre la docencia de proyecto fin de carrera.

      Conclusión 1 Se comprueba hasta qué punto un determinado razonamiento crítico es condición necesaria para el ejercicio de prácticas arquitectónicas que puedan considerarse innovadoras, básicamente, a través de nuevas experimentaciones que transgredan las limitaciones del presente que sean capaces de concretar los logros de la transformación. Experiencias pequeñas, parciales, discontinuas, fragmentos sueltos, alejados de toda globalidad pero conectados, serán el medio crítico reflexivo que alumbre los cambios verdaderos y eficaces.

      Conclusión 2 Se apuesta por el reconocimiento del alumno como un sujeto ético ya completo que debe iniciar la tarea inabarcable de reconocimiento de él mismo como tal sujeto que se proyecta hacia el futuro. Entonces la tarea del profesor será la de provocar la construcción de la experiencia ética en cada alumno a partir del impreciso pero indiscutible deseo de cada uno de ellos de ser y saber ser arquitecto. Tan relevante como todo conocimiento técnico o científico será el reconocimiento de la necesidad de que el alumno empiece a experimentar la demanda, que el alumno empiece a percibir que su dialogo no es con el profesor, sino que quien le interpela es una afuera que el mismo poco a poco irá construyendo.

      Conclusión 3 Se propone una definición de la arquitectura como si de un cuerpo sin órganos se tratara, imaginándolo como la concurrencia en su propio ser de todas las energías antes de ser producción, la síntesis de los conocimientos, de todos los agenciamientos, conmutados en intensidades, ajenos a cualquier estratificación que circulan por un cuerpo arquitectónico en libertad y que se encuentran, se entrelazan, incluso copulan engendrando nuevas intensidades desconocidas, o configuran nuevos ejes y vectores, imprevisibles gradientes, o se agrupan y desplazan, migran, todo ello antes de ser formas. Y por supuesto, frente a ellos o junto a ellos, allí mismo también, todas las energías sustanciadas en producciones ansiosas en estabilizar esa diversidad de situaciones y acontecimientos.


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