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Eficacia de la Reestructuración Cognitiva en pacientes con dolor crónico no oncológico

  • Autores: Eduardo Uhden Layron
  • Directores de la Tesis: Francisco Javier Cano García (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 2016
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 339
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Luis Rodríguez Franco (presid.), Eva María Padilla Muñoz (secret.), Rafael Tomás Andújar Barroso (voc.), Manuel Gabriel Jimenez Torres (voc.), Izabela Zych (voc.)
  • Materias:
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    • Tesis en acceso abierto en: Idus
  • Dialnet Métricas: 1 Cita
  • Resumen
    • INTRODUCCIÓN El dolor ha estado irremisiblemente unido a los seres vivientes desde el nacimiento hasta su muerte, ha sido la principal queja médica desde los inicios de la humanidad, y es un importante impulsor para el desarrollo de las ciencias de la salud. Actualmente, el dolor afecta a un tercio de la población mundial y constituye un grave problema internacional de salud pública. En España, el dolor crónico afecta a casi el 35% de las personas. En el ámbito de la comunidad andaluza, el 15,5% de la población sufre dolor de tipo crónico. A pesar de las diversas interpretaciones que las distintas culturas y civilizaciones han hecho del dolor, existe un denominador común en todas ellas: el afán de conocer la causa que lo produce y cómo eliminarlo o aliviarlo.

      Desde Aristóteles hasta nuestros días, la concepción del dolor ha sufrido importantes cambios pero, es en 1973, cuando la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor formula una nueva definición que ha permanecido hasta nuestros días: “El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a un daño tisular existente o potencial, o descrita en términos de dicho daño”. A partir de esta nueva conceptualización, se acepta que la experiencia de dolor resulta de la interacción de múltiples factores y su percepción final es consecuencia de la integración de dos componentes: el sensorial y el afectivo.

      Durante los últimos 50 años, el dolor ha alcanzado un reconocimiento mundial desde el marco de los Derechos Humanos. Sin embargo, a pesar de la magnitud del problema, numerosos estudios manifiestan que el dolor está infravalorado o inadecuadamente tratado, existiendo un mal control de éste por parte de los profesionales sanitarios.

      Del mismo modo que son múltiples y variadas las formas de percibir el dolor, también lo son las formas en que éste se presenta. Así, en la literatura pueden encontrarse diversas clasificaciones del dolor que se abordan desde diversos aspectos, entre los que se encuentran la duración, la patogenia, el curso y la intensidad del mismo. Centrándonos en el tema de este trabajo, el dolor crónico es aquel que persiste más allá de la lesión que lo originó y que permanece una vez que dicha lesión desaparece. Generalmente es un síntoma de una enfermedad persistente cuya evolución, continua o en brotes, conlleva la presencia de dolor aún en ausencia de lesión periférica. El dolor crónico produce alteraciones físicas, emocionales y sociales que dificultan profundamente la vida del paciente. Se ha observado que factores ambientales y afectivos pueden exacerbar y perpetuar el dolor crónico, siendo una de las causas de que la respuesta al tratamiento de estos pacientes sea escasa en muchas ocasiones.

      A partir de la teoría de la compuerta propuesta por Melzack y Wall, la psicología del dolor crónico y la concepción de la experiencia dolorosa se han modificado sustancialmente. En los últimos años se ha venido desarrollando un modelo Cognitivo-Conductual del dolor crónico a partir de la premisa de que, alrededor del fenómeno doloroso, se producen una serie de problemas que son el resultado de las creencias que las personas tienen sobre el dolor, su percepción sobre el mismo, la forma de afrontarlo y el modo en el que reaccionan ante éste. En ello estriban las diferencias entre las personas que se sienten incapacitadas ante el dolor, frente a las que no consideran el dolor como un problema. Por ello, en el ámbito cognitivo, la valoración del dolor y la intervención sobre él deben incluir todos aquellos procesos que culminan en la apreciación del dolor como un fenómeno estresante: qué significa el dolor para el sujeto, cuál es el grado de dolor percibido, cuál es el patrón de atención al dolor, cuál el apoyo social percibido, qué importancia tiene el miedo al dolor para la persona y cuál es su memoria respecto a episodios de dolor anteriores.

      Para superar la situación potencialmente amenazante que produce el dolor, las personas realizan esfuerzos cognitivos y conductuales denominados “estrategias de afrontamiento”. Estos esfuerzos van dirigidos a enfrentar, manejar y/o paliar el dolor, y vienen determinados por el tipo de valoración que hace la persona acerca de su situación y de los recursos de los que disponga. Entre las diversas estrategias de afrontamiento identificadas, destacan las Activas (acciones que realiza el paciente, tendentes al manejo del dolor), las Pasivas (que implican el abandono por parte de la persona que sufre el dolor), las Conductuales (realizadas con el propósito de afrontar el dolor) y, finalmente, las estrategias de afrontamiento Cognitivas. Estas últimas hacen referencia al uso, por parte del paciente, de pensamientos que pretenden alterar la percepción de la intensidad del dolor y la propia capacidad para manejarlo, intentando continuar con las actividades de la vida diaria.

      La valoración del dolor es la base que posibilita su control y debe partir de la concepción de que el dolor es una experiencia multidimensional, única para cada persona. Por ello, su evaluación es un proceso complejo. Para tratar correctamente el dolor es necesario un enfoque individualizado que tenga en cuenta tanto las características y localización del dolor, como la enfermedad de base y los factores psíquicos asociados.

      A partir del Modelo Multidimensional del Dolor desarrollado por Melzack y Wall, en los últimos años se ha intentado determinar la importancia de evaluar al paciente con dolor desde esta visión multidimensional, abordando la complejidad de todos los aspectos involucrados en el mismo. De este modo, se creó la Iniciativa sobre Métodos, Medición y Evaluación del Dolor en los Ensayos Clínicos, IMMPACT, como una organización de alcance global, conformada por expertos del ámbito del dolor crónico de diferentes disciplinas. El Grupo IMMPACT ha establecido que todo paciente con dolor crónico debe ser evaluado en tres niveles: el nivel fisiológico, el comportamental y el subjetivo. En la última reunión de consenso IMMPACT se analizaron los elementos fundamentales para interpretar los cambios que se producen en el dolor crónico: La intensidad del dolor (evaluado mediante una escala numérica), el funcionamiento físico (evaluado a través de Interference Scale of the Brief Pain Inventory, BPI, o de Interference Scale of the Multidimensional Pain Inventory, MPI), el funcionamiento emocional (evaluado con Beck Depression Inventory, BDI, y Profile of Mood States, POMS), y las calificaciones de los participantes en cuanto a su impresión sobre “mejora global” (evaluada mediante Patient Global Impressions of Change Scale, PGIC).

      Vistas las enormes repercusiones psicológicas que el dolor crónico tiene sobre las personas, conviene conceptualizarlo como un cuadro más complejo que requiere de una visión holística con un tratamiento interdisciplinar. Aunque son numerosísimos los tratamientos psicológicos estudiados a lo largo de la historia, este trabajo se desarrolla alrededor de la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), la Terapia Racional Emotiva (TRE) y la Reestructuración Cognitiva (RC).

      La TCC es el procedimiento terapéutico que, en la actualidad, ha demostrado más ampliamente su eficacia en el abordaje psicológico del dolor crónico. Su objetivo es que el paciente afronte el impacto que el dolor tiene en su vida del modo más adecuado posible, consiguiendo así que el dolor le produzca el mínimo posible de interferencias. Utiliza muy diversas herramientas para alcanzar estos objetivos: facilita información sobre el síndrome de dolor, actúa sobre los aspectos emocionales, fisiológicos y cognitivos que pueden favorecer o impedir un adecuado afrontamiento del problema, y ayuda al paciente en el abordaje más adaptativo de aquél área de su vida en la que el dolor tenga un impacto significativo. Los resultados de numerosos estudios sobre la efectividad de las técnicas Cognitivo-Conductuales reflejan que los pacientes tratados conjuntamente con técnicas médicas y psicológicas muestran una mayor reducción del dolor, de la incapacidad y de los estados de ánimo negativos. En España se desarrolló en 2009 un protocolo sistematizado para aplicar la TCC para el dolor crónico, en el que participaron un grupo de 24 psicólogos especialistas en esta materia coordinados por F. Kovacs y por J. Moix; el protocolo incluye diez sesiones grupales (de entre 8 y 10 personas) y dos sesiones individuales. La duración de las sesiones puede oscilar entre una hora y media, y dos.

      La RC es una estrategia general de las terapias Cognitivo-Conductuales, destinada a modificar la percepción y el modo de afrontamiento del dolor, así como de otras experiencias estresantes relacionadas con él. En la RC, no son los acontecimientos per se los responsables de las reacciones emocionales y conductuales, sino las expectativas e interpretaciones de dichos acontecimientos y las creencias relacionadas con los mismos.

      Lo que años después se conocería como TRE, fue desarrollado e introducido en la literatura psicológica por A. Ellis en 1958, ampliándose y profundizándose en las décadas siguientes y aplicándose, en la actualidad, a una gran variedad de poblaciones. La TRE consiste en identificar y cuestionar los pensamientos desadaptativos, para sustituirlos por otros más apropiados, reduciendo o eliminando la perturbación emocional y/o conductual que acompañan a esos pensamientos. El procedimiento de esta técnica incluye tres fases: identificar los pensamientos inadecuados, analizar los pensamientos, y buscar pensamientos alternativos. La TRE es un método terapéutico que intenta descubrir las irracionalidades de nuestros pensamientos, subsanando las emociones dolorosas, dramatizadas y exageradas que son consecuencia de los esquemas mentales distorsionados; parte de la hipótesis de que no son los acontecimientos los que nos generan los estados emocionales, sino la manera de interpretarlos. Por lo tanto, si somos capaces de cambiar nuestros esquemas mentales, seremos capaces de generar nuevos estados emocionales menos dolorosos, más acordes con la realidad, más racionales y más realistas.

      OBJETIVOS - Objetivo 1: Determinar los niveles de eficacia de un protocolo individual de RC en comparación con un protocolo grupal multicomponente de TCC en la reducción del dolor y la mejora de la calidad de vida en pacientes con dolor crónico no oncológico.

      - Objetivo 2: Determinar los niveles de reducción del dolor y mejora de la calidad de vida en pacientes con dolor crónico no oncológico tratados con un protocolo individual de RC en función del diagnóstico (Cefalea, Osteoarticular, Lumbalgia y Fibromialgia).

      MUESTRA El ámbito del estudio ha sido los pacientes diagnosticados de dolor crónico no oncológico por su médico de familia, atendidos en 6 centros de salud de Sevilla: 2 de Dos Hermanas, 1 en Montequinto, 2 en Alcalá de Guadaíra y 1 en Utrera. Se trata de un estudio cuasiexperimental realizado en dos grupos, de 40 sujetos cada uno: - Grupo Experimental (GE): Pacientes atendidos en el Centro de Salud “Doña Mercedes” de Dos Hermanas y reclutados a medida que fueron llegando a la consulta del médico de familia, siempre que cumplieran los criterios de inclusión. Para poder comprobar el Objetivo 2, se estableció una clasificación de cuatro grupos de la siguiente manera: ¼ con diagnóstico de Fibromialgia, ¼ con diagnóstico de Lumbalgia, ¼ con diagnóstico Osteoarticular y ¼ con diagnóstico de Cefaleas. A todos ellos se les aplicó, como técnica de Reestructuración Cognitiva, la Terapia Racional Emotiva para el control de pensamientos irracionales de Ellis, por parte del autor de esta tesis.

      - Grupo Control (GC): Pacientes atendidos en el resto de centros de salud mencionados en el ámbito de este estudio (“Los Montecillos”, “Olivar de Quinto”, “Nuestra Señora de la Oliva”, “Don Paulino” y “Príncipe de Asturias”). Este es el Grupo Control no equivalente que se utilizó por la imposibilidad ética de disponer de un Grupo Control sin tratar. Diversos estudiantes de prácticas de Máster en Psicología de la Salud intervinieron a cientos de pacientes utilizando el Programa Cognitivo-Conductual de Kovacs y Moix (2009). De sus registros, fueron extraídos 40 casos al azar que habían completado las fases del estudio para servir de muestra control no equivalente.

      DISEÑO - Para el Objetivo 1, el diseño fue cuasi-experimental con grupo control no equivalente. El análisis estadístico consiste en un diseño factorial mixto de medidas repetidas donde la variable intra-sujeto es el momento de la evaluación pre-post-seguimiento y la variable inter-sujeto es el grupo experimental vs. grupo control (diseño 3x2).

      - Para el Objetivo 2, el diseño fue cuasi-experimental sin grupo control. El análisis estadístico consistió en un diseño factorial mixto de medidas repetidas donde la variable intra-sujeto es el momento de la evaluación pre-post-seguimiento y la variable inter-sujeto es el grupo diagnóstico (diseño 3x4).

      MATERIAL El material utilizado en este estudio incluye la Estrevista Estructurada elaborada por el Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla, en relación con la Escala de Impresión Clínica Global (PGIC), y la Batería de Evaluación Psicológica para el Dolor Crónico, elaborada también por dicho Departamento, en la que se incluyeron el Inventario Multidimensional del Dolor (West Haven-Yale Multidimensional Pain, WHYMPI / MPI), el Perfil de los Estados de Ánimo (Profile of Mood State, POMS) y el Inventario de Depresión de Beck (Beck Depression Inventory, BDI) .

      RESULTADOS En relación con aspectos socio-demográficos se encontró que, tanto para el grupo experimental como para el grupo control, la edad media de 50 a 55 años, la mayor participación de mujeres, el estado civil de casada y los estudios primarios, fueron las características predominantes. Hubo diferencia significativa en cuanto a la situación laboral: mientras en el grupo experimental predominaron las amas de casa, en el grupo control se distribuían casi por igual los estados “ama de casa” y desempleado/a. Para ambos grupos, el dolor tenía una frecuencia diaria y persistía durante las 24 horas, con apenas diferencia entre ellos. En cuanto a la persona más significativa que atiende al paciente y vive con él, para el grupo experimental resultó ser el cónyuge. Para el grupo control, se distribuyó entre el cónyuge y un pariente. El tiempo que estuvieron padeciendo dolor crónico, desde su diagnóstico hasta la primera entrevista realizada, fue de 10,5 años para el grupo experimental y de 14 años para el grupo control.

      Después de la intervención psicológica realizada en este estudio, utilizando la TRE, nuestros resultados según la Iniciativa sobre Métodos de Medición y Evaluación del Dolor en los Ensayos Clínicos (IMMPACT) fueron los siguientes: - Eficacia de la RC para disminuir la intensidad del dolor presente en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest en el grupo experimental fue mínimamente importante (-18%), mientras que el del grupo control fue moderadamente importante (-39%). La recuperación en el postest-seguimiento fue moderadamente importante tanto en el grupo experimental (+33%) como en el grupo control (+36%).

      - Eficacia de la RC para disminuir la intensidad del dolor percibida en las últimas veinticuatro horas en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest en el grupo experimental fue mínimamente importante (-19%), mientras que el del grupo control fue moderadamente importante (-37%). La recuperación en el postest-seguimiento fue moderadamente importante tanto en el grupo experimental (31%) como en el grupo control (34%).

      - Eficacia de la RC para disminuir el nivel de interferencia del dolor en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest fue clínicamente importante (-1 punto), tanto en el grupo experimental como en el grupo control. La recuperación en el postest-seguimiento fue clínicamente importante tanto en el grupo experimental (1 punto) como en el grupo control (1 punto).

      - Eficacia de la RC para disminuir el nivel de depresión en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest en el grupo experimental fue clínicamente importante (-14 puntos), mientras que el del grupo control fue sin mejoría (-4 puntos). La recuperación en el postest-seguimiento fue clínicamente importante tanto en el grupo experimental (20 puntos) como en el grupo control (5 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de confusión (POMS) en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest fue clínicamente importante, tanto en el grupo experimental (-2 puntos) como en el grupo control (-4 puntos). La recuperación en el postest-seguimiento fue clínicamente importante tanto en el grupo experimental (3 puntos) como en el grupo control (3 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de depresión (POMS) en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest fue clínicamente importante, tanto en el grupo experimental (-15 puntos) como en el grupo control (-11 puntos). La recuperación en el postest-seguimiento fue clínicamente importante tanto en el grupo experimental (13 puntos) como en el grupo control (10 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de fatiga (POMS) en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest fue clínicamente importante, tanto en el grupo experimental (-7 puntos) como en el grupo control (-6 puntos). La recuperación en el postest-seguimiento fue clínicamente importante tanto en el grupo experimental (5 puntos) como en el grupo control (5 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de hostilidad (POMS) en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest fue clínicamente importante, tanto en el grupo experimental (-10 puntos) como en el grupo control (-8 puntos). La recuperación en el postest-seguimiento fue clínicamente importante tanto en el grupo experimental (9 puntos) como en el grupo control (7 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de tensión (POMS) en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest fue clínicamente importante (-6 puntos), tanto en el grupo experimental como en el grupo control. La recuperación en el postest-seguimiento fue clínicamente importante tanto en el grupo experimental (6 puntos) como en el grupo control (5 puntos).

      - Eficacia de la RC en el aumento del nivel de vigor (POMS) en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest fue clínicamente importante, tanto en el grupo experimental (8 puntos) como en el grupo control (5 puntos). La recuperación en el postest-seguimiento fue mínimamente importante tanto en el grupo experimental (-4 puntos) como en el grupo control (-3 puntos).

      - Eficacia de la RC en el estado emocional global (POMS) en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest fue clínicamente importante, tanto en el grupo experimental (-49 puntos) como en el grupo control (-43 puntos). La recuperación en el postest-seguimiento fue mínimamente importante tanto en el grupo experimental (40 puntos) como en el grupo control (37 puntos).

      - Eficacia de la RC en la impresión global de cambio percibido por el paciente (PGIC) en comparación con el TCC: el cambio pretest-postest en el grupo experimental fue mínimamente importante, mientras que el del grupo control fue moderadamente importante. La recuperación en el postest-seguimiento fue moderadamente importante tanto en el grupo experimental como en el grupo control.

      - Eficacia de la RC para disminuir la intensidad del dolor presente en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue mínimamente importante (-10.3%), en el grupo Osteoarticular fue moderadamente importante (-20.7%), en el grupo Lumbalgia fue moderadamente importante (-25.6%) y en el grupo Fibromialgia fue mínimamente importante (-16.4%).

      - Eficacia de la RC para disminuir la intensidad del dolor percibida en las últimas veinticuatro horas en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue mínimamente importante (-8.82%), en el grupo Osteoarticular fue moderadamente importante (-28.57%), en el grupo Lumbalgia fue mínimamente importante (-10.97%) y en el grupo Fibromialgia fue moderadamente importante (-22.89%).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de interferencia del dolor en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue clínicamente importante (-0.92 puntos), en el grupo Osteoarticular fue clínicamente importante (-0.65 puntos), en el grupo Lumbalgia fue clínicamente importante (-1.5 puntos) y en el grupo Fibromialgia fue clínicamente importante (-1.34 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de depresión (BDI) en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue clínicamente importante (-13 puntos), en el grupo Osteoarticular fue clínicamente importante (-9.7 puntos), en el grupo Lumbalgia fue clínicamente importante (-18.8 puntos) y en el grupo Fibromialgia fue clínicamente importante (-13.7 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de confusión (POMS) en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue sin mejoría (-0.1 puntos), en el grupo Osteoarticular fue clínicamente importante (-4.6 puntos), en el grupo Lumbalgia fue sin mejoría (-1.7 puntos) y en el grupo Fibromialgia fue clínicamente importante (-3.3 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de depresión (POMS) en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue clínicamente importante (-8.9 puntos), en el grupo Osteoarticular fue clínicamente importante (-15.9 puntos), en el grupo Lumbalgia fue clínicamente importante (-16.8 puntos) y en el grupo Fibromialgia fue clínicamente importante (-16.8 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de fatiga (POMS) en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue clínicamente importante (-2.9 puntos), en el grupo Osteoarticular fue clínicamente importante (-10.7 puntos), en el grupo Lumbalgia fue clínicamente importante (-4.8 puntos) y en el grupo Fibromialgia fue clínicamente importante (-8.5 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de hostilidad (POMS) en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue clínicamente importante (-4.8 puntos), en el grupo Osteoarticular fue clínicamente importante (-11.9 puntos), en el grupo Lumbalgia fue clínicamente importante (-11 puntos) y en el grupo Fibromialgia fue clínicamente importante (-10.5 puntos).

      - Eficacia de la RC en la disminución del nivel de tensión (POMS) en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue clínicamente importante (-5.7 puntos), en el grupo Osteoarticular fue clínicamente importante (-9.3 puntos), en el grupo Lumbalgia fue clínicamente importante (-4.5 puntos) y en el grupo Fibromialgia fue clínicamente importante (-4.5 puntos).

      - Eficacia de la RC en el incremento del nivel de vigor (POMS) en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue clínicamente importante (-5.7 puntos), en el grupo Osteoarticular fue clínicamente importante (-6.2 puntos), en el grupo Lumbalgia fue clínicamente importante (-9.5 puntos) y en el grupo Fibromialgia fue clínicamente importante (-8.7 puntos).

      - Eficacia de la RC en el estado de ánimo global (POMS) en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue clínicamente importante (-27.9 puntos), en el grupo Osteoarticular fue clínicamente importante (-58.6 puntos), en el grupo Lumbalgia fue clínicamente importante (-56.33 puntos) y en el grupo Fibromialgia fue clínicamente importante (-52.3 puntos).

      - Eficacia de la RC en la impresión global de cambio percibida por el paciente en función del diagnóstico: el cambio pretest-postest en el grupo Cefalea fue mínimamente importante, en el grupo Osteoarticular fue mínimamente importante, en el grupo Lumbalgia fue mínimamente importante y en el grupo Fibromialgia fue mínimamente importante.

      CONCLUSIONES Tras los resultados de este trabajo, los argumentos más relevantes que justifican el importante esfuerzo realizado para llevarlo a cabo, así como los elementos de utilidad que encontramos en el ámbito del tratamiento de las personas con dolor crónico no oncológico, son los siguientes: - La RC ha demostrado ser una de las técnicas más eficaces y sugerentes para modificar la percepción y el modo de afrontamiento del dolor, así como de otras experiencias estresantes funcionalmente relacionadas con éste. En la RC, las expectativas e interpretaciones de los acontecimientos y las creencias son los responsables de las reacciones emocionales y conductuales que acompañan a la percepción del dolor. En el marco de las numerosas investigaciones relacionadas con la evaluación y tratamiento del dolor crónico, este estudio ha pretendido aportar una perspectiva más con el objetivo de aumentar la sensibilidad y realizar evaluaciones con resultados significativos y rigurosos, que incrementen la probabilidad de llegar a resultados cada vez más concluyentes.

      - El Programa de TCC del Dolor Crónico de Moix y Kovacs, ampliamente estudiado, incluye 10 sesiones grupales y 2 sesiones individuales, con una duración que puede oscilar entre una hora y media y dos horas cada una. En contraposición, nuestro estudio basado en el desarrollo de una adaptación de la TCC, junto con la Entrevista Estructurada, la Escala de Impresión Clínica Global y la Batería de Evaluación Psicológica para el Dolor Crónico, ha requerido de sólo 3 sesiones, cada una de 45 minutos de duración, para alcanzar los mismos resultados (aunque éstos no se hayan mantenido en el tiempo, una vez pasados seis meses).

      - Las intervenciones psicológicas en nuestro estudio se han dirigido a ayudar a los pacientes a identificar y cuestionar sus pensamientos desadaptativos, de modo que queden sustituidos por otros más apropiados, reduciendo o eliminando así la perturbación emocional y/o conductual causada por dichos pensamientos. Así la RC en general y la TRE en particular se han mostrado eficaces en el control y manejo de la intensidad del dolor y los estados de ánimo que lo acompañan. Por todo ello, creemos que nuestro estudio puede ser útil para mejorar la eficiencia y reducir los costes en el ámbito del tratamiento del dolor crónico, más aún en la situación actual de contención económica y presupuestaria que pone en riesgo la sostenibilidad del sistema sanitario.

      Como resultado de la experiencia adquirida a lo largo de la realización de este trabajo, nos parece adecuado proponer dos líneas de investigación posibles para el futuro: - Dadas las dificultades de comprensión por parte de los sujetos de estudio, consideramos interesante la adaptación de los Cuestionarios al lenguaje común y coloquial de la sociedad, que tenga en cuenta tanto el nivel educacional, formativo o de estudios de posibles participantes en una investigación, como los aspectos culturales y las singularidades geográficas que determinan el lenguaje de las personas. Así mismo, resultaría crucial adaptar los ejemplos que se muestran en los Cuestionarios, de modo que los sujetos identifiquen situaciones que respondan a su realidad cotidiana.

      - Puesto que en el Grupo Experimental los resultados de los Cuestionarios decayeron a los 6 meses, creemos oportuno abrir una línea de investigación que nos permitiera responder a las siguientes preguntas: ¿Qué ocurriría si se realizara una intervención psicológica mensual para ajustar la terapia, después de las tres sesiones que incluye la TRC empleada en nuestro estudio? ¿Se conseguiría así que los resultados se mantuvieran en el tiempo? Puesto que nuestra investigación demostró una mayor eficiencia con la técnica psicológica empleada, requiriendo de sólo tres sesiones (frente a las 8-10 del Programa de Tratamiento Cognitivo-Conductual del Dolor Crónico de Moix y Kovacs), consideramos que los resultados de esta futura línea de trabajo podrían mejorar la rentabilidad de la intervención psicológica en el tratamiento del dolor crónico, en términos de efectividad, eficacia y costes.


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