La pandemia del COVID-19 que la OMS declaró como una emergencia de salud pública de importancia internacional en el mes de marzo del año 2020, ha puesto de manifiesto que el sector de los eventos está relacionado con otros sectores productivos y su debacle económica los ha arrastrado a una crisis sin precedentes en nuestro siglo.
Afortunadamente, el sector de los eventos se ha unido como nunca lo había hecho, y el asociacionismo ha liderado las reivindicaciones a nivel político y también la propuesta de soluciones.
Los eventos catalogados como viajes de incentivo se han visto especialmente afectados por varias razones: En primer lugar, las empresas han dejado de tener liquidez para invertir en la motivación de sus trabajadores, o se han visto frenadas por la incertidumbre económica.
En segundo lugar, se han restringido los movimientos a nivel global y cada país tiene un enfoque sanitario diferente de la pandemia, por lo que no se puede garantizar la salud de las trabajadoras y los trabajadores premiados y, además, supone un riesgo para la productividad de la empresa.
Por otro lado, la pandemia está suponiendo la antesala de un nuevo paradigma tanto en la situación laboral como social. La crisis sanitaria se superará, pero muchas de las nuevas costumbres y procesos educativos y laborales han llegado para quedarse.
La nueva situación supone algunas ventajas empresariales (como el ahorro de costes de mantenimiento de oficinas o la mayor motivación de la fuerza de trabajo al favorecer la conciliación laboral), pero, al mismo tiempo, algunas desventajas (como la descentralización de algunos procesos o el aislamiento laboral o la saturación de exposición a las pantallas) que deben minimizarse y enfrentarse.
Esta contribución analiza cómo el sector de los eventos en general ha respondido a la pandemia y cuáles de los cambios producidos van a permanecer, como, por ejemplo, aquellas que van de la mano de la tecnología y la búsqueda de nuevas sedes y espacios abiertos de reunión.
The COVID-19 pandemic, declared by the WHO as a public health emergency in March 2020, triggered an unprecedented crisis in the events and incentive travel sector, revealing its interconnectedness with other economic sectors. Despite the economic downturn, the sector demonstrated remarkable cohesion and associative leadership, driving political claims and proposing solutions. Incentive travel, significantly affected, faced financial challenges in companies and global movement restrictions due to diverse health approaches. The pandemic foreshadowed a new labor and social paradigm, with permanent changes in customs and processes. While there were business advantages, such as cost savings, challenges like decentralization and workplace isolation also emerged. This contribution analyzes the events sector's response, specifically incentive travel, to the pandemic, highlighting sustainable changes such as technological integration and the exploration of new outdoor venues.
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