La Policía es la institución Constitucionalmente creada para preservar la seguridad, el respeto de los derechos humanos y la convivencia pacífica. A la que, a pesar de tener naturaleza civil, se le confiere el poder de usar la fuerza y las armas en situaciones donde el diálogo, y la mediación policial son inviables. Es una entidad que se caracteriza por estar en medio de lo que cada gobierno le ordena, lo que la ciudadanía le reclama, y las tensiones que son producto de la pobreza, la desigualdad, la violencia, la corrupción, el desempleo, las injusticias, la intolerancia, y, el irrespeto por el otro, incluido el medio ambiente. Causas que hacen que las personas estén molestas, indignadas, y se enfrenten al gobierno en busca de lograr reivindicar los derechos y lograr una mejor calidad de vida. Sin embargo, se encuentra que algunos policías se exceden en el uso de la fuerza, usan armas innecesariamente, cometen fallas en los procedimientos, y violan los derechos de los jóvenes, las mujeres, los ancianos, y los niños. Perdiendo con ello, la legitimidad que el Estado les da para intervenir. En este escenario, surge la inquietud sobre qué se puede hacer para que los uniformados sean respetuosos, eficientes, y humanos. En respuesta a ello, se plantea la realización de esta investigación evaluativa, con el objetivo de establecer algunas orientaciones que aporten al mejoramiento del sistema educativo de la policía. Teniendo en cuenta el Modelo -CIPP- de Stufflebeam, articulado al Modelo Comprensivo de la Acción Formativa Policial, y centrada en el estudio de dos casos, la Policía de Colombia, y los Mossos d´Esquadra de Catalunya.
La investigación se propuso desde una metodología mixta, con el fin de concretar una mirada general y específica de los datos cualitativos y cuantitativos que se recopilaron en ambas policías, los cuales fueron procesados con el Atlas ti v.9, y el SPSS v.19. Los instrumentos fueron validados por jueces expertos, y por el Alfa de Cronbach que arrojó una confiabilidad de 0.89. En el trabajo de campo, se entrevistaron directivos y docentes, se aplicaron cuestionarios a estudiantes, se diligenciaron diarios de campo, se analizaron comunicaciones oficiales, y se asistió a las clases en los campus policiales donde se lleva a cabo la formación.
En este sentido, se concluye que cada institución policial debe reconocer cuáles son las condiciones que se deben implementar para que funcione la educación policial con calidad, comprendiendo que la rutina escolar no es igual a la jornada laboral, cuyo régimen interno satura a los estudiantes de actividades, los ocupa, y les afecta el rendimiento académico. Así mismo, se requiere implementar una política docente que dignifique al profesor, y establezca cuáles deben ser los perfiles, los criterios de selección, la contratación, los mecanismos de reconocimiento, y el plan de acompañamiento profesoral. Se debe fortalecer la gestión académica por competencias en pro de lograr el desarrollo profesional que los policías deben alcanzar, enfatizando la formación en el ser y en el saber convivir. En este mismo sentido, los planes de estudio requieren ser evaluados oportunamente contando con la participación del profesorado evitando que se omitan o se repitan contenidos. Finalmente, se debe trabajar por dar un lugar al estudiante más activo, establecer los fines de la educación policial desde las necesidades de la ciudadanía, así como fortalecer la vocación y ética policial, la educación virtual, y presencial ajustada a las necesidades de aprendizaje de los uniformados.
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