El análisis cinematográfico "directo" es un modo de acometer la comprensión de una película, desde la realidad más radical: desde el "respeto" que requiere la obra, para que, libremente, diga lo que tiene que decir. Dejar que cada obra lleve la iniciativa, supone una actitud abierta en el analista: de esta manera, el tema, su iluminación sobre una realidad concreta, no se le impone al espectador, sino que se descubre; es la invitación que cada obra ofrece al receptor como regalo, como experiencia de una revelación personal. El método (directo) de análisis invita al sujeto a salir de sí mismo para inteligir (ver) lo que tiene delante. Pero tras ese primer descubrimiento, viene el segundo, que le invita a querer (poner) lo visto, a unirse a ello. Con la inteligencia, la realidad se abre al sujeto; con la voluntad, éste se adentra, libremente, en ella.
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