Desde que en 1779 Tomás Antonio Sánchez diera a imprenta por primera vez el Cantar de Mio Cid, conservado en un códice único procedente de Vivar, su sistema de versificación ha constituido un enigma.
La monumental edición de Menéndez Pidal (1908-11) incluía un estudio sobre la versificacion que establecía el anisosilabismo original del poema y proponía un conjunto de criterios para la enmienda de la asonancia que le permitió introducir en su reconstrucción 242 correcciones. Algunos hispanista, sin embargo, han expuesto objeciones de peso: por una parte, los indicios de error en la asonancia son a menudo inconsistentes. En realidad, las lecciones del manuscrito presuntamente estragadas son a menudo superiores a las enmiendas que se han propuesto para sustituirlas: la única vía para explicar la versificación del poema pasa por aceptar que el texto conservado es básicamente correcto.
El verso del Mio Cid está formado por dos hemistiquios separados por una cesura derivada de su bimembración en constituyentes prosódicos. Existe una correspondencia estricta entre pausas métricas y prosódicas que excluye el encabalgamiento, algunos presuntos ejemplos de éste se explican con un nuevo concepto más adecuado, el de acoplamiento. El verso cidiano contiene un número variable de sílabas tónicas y muestra una tendencia dominante a su distribución equilibrada entre ambos hemistiquios o, en caso de asimetría, a la preponderancia del último. El análisis de la rima comienza por establecer un sistema de doce combinaciones básicas. La hipótesis de que las asonancias imperfectas del texto conservado sonel producto de innovaciones introducidas por los copistas carece de fundamento y se aducen argumentos que llevan a destacar las reconstrucciones propuestas. Además, se aborda el problema de la e paragógica, cuya presencia en el texto primitivo del Mio Cid no deja de ser probable. El análisis de la articulación entre los dis
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