La identidad es un constructo del que nos servimos para conocer e interpretar la realidad, un proceso complejo que se desarrolla a lo largo del tiempo que no puede desvincularse de los referentes culturales. La música, como manifestación artística y cultural, es un discurso, un indicador que permite comprender la identidad desde el proceso de formación y desde el contenido.
La música nacional es el discurso que ha sido seleccionado socialmente de entre los múltiples existentes y que constituye, entre Ilustración y Romanticismo, un discurso sonoro asimilado y reconocible como español.
Existía entre 1789 y 1833 una sonoridad reconocible como 'nacional' que se manifiesta en la guitarra y su música. Esta sonoridad 'nacional' formaba parte de un paisaje sonoro más amplio y diverso en el que también participaba la guitarra. Mediante los procesos de selección que están presentes en la conformación de la identidad, el instrumento y su repertorio ligado a los bailes populares se asimila y reconoce como indicador de una identidad cultural vinculada a la historia, a la tradición y al territorio español. De este modo, se construye en España una nación musical que se manifiesta antes de que se establezca como nación política.
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