En la sociedad del conocimiento, la universidad ha sufrido el impacto del nuevo escenario porque, entre otras cosas, ya no posee la exclusividad en el desarrollo de la ciencia y el conocimiento. Al perder su posición monopólica y ante la aparició n de nuevas modalidades de producción del conocimiento que operan de manera paralela al mundo académico, la universidad ha dejado atrás el protagonismo de otra época y ha entrado en la crisis de identidad más profunda de su historia. Esta crisis no es solamente coyuntural o de nuevo rol social, sino también es estructural, pues con la actual estructura la universidad queda reducida a ser una institución certificadora abandonando toda la capacidad y poder de organización cualificadora y cr eadora de conocimiento.
Se nos plantean muchos interrogantes referidos a la organización educativa: ¿está preparada la universidad para insertarse activa e independientemente en esta nueva dinámica? ¿Se está formando para una sociedad que ya no exis te, la sociedad industrial, y no para la sociedad del conocimiento? Desde esta perspectiva, la universidad se encuentra ante dos grandes retos. El primero se refiere a poner en marcha un proceso de transformación estructural y desarrollo organizaci onal que tenga como ¿visión¿ a la organización que aprende y crea y gestiona el conocimiento y el segundo a la puesta en práctica de nuevas estructuras y cultura y modos de crear y gerenciar el conocimiento.
En el caso particular de la universidad privada argentina, en su mayoría, se consagró a la formación de profesionales sin detenerse en la creación, justificación y aplicación del conocimiento. A este modelo de universidad se lo denominó profesionalista y su principal característica estru ctural es estar centrado en las disciplinas, y agrupados en facultades, escuelas, centros e institutos, con una administración central y un tipo de gestión mecánica. Esta posición resulta problemática en la sociedad del conocimiento, con la estruc tura actual queda reducido el rol de la universidad a una organización laboral certificadora dejando de lado la capacidad y poder de organización cualificadora y creadora de conocimiento, pues la explosión del saber obliga a revisar permanentement e el diseño de los curricula y los planes de estudio y sus fundamentos, cada vez más complejos en la medida que intervienen otras fuentes de conocimiento y porque, además, la sociedad reclama a la universidad una orientación en el uso de los conocimi
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