La elección del tema de la alimentación en los Reinos de León y Castilla como tesis doctoral, provino de la necesidad de poder llenar un vacío existente en las investigaciones en la mencionada zona y para los siglos que abarca la Edad Media, ya que a tenor de lo analizado se ha podido comprobar cómo apenas hay estudios realizados sobre la alimentación en los territorios castellano-leoneses, en el medievo. Es más, las investigaciones que han sido llevadas a cabo sobre esta zona geográfica y período cronológico, se encuentran marginadas si se comparan con otros lugares dentro de la Península para estos mismos períodos. Basta citar la amplia cantidad de trabajos realizados tanto para lo que hoy es Cataluña, como para Aragón, Andalucía o Valencia.
En relación al marco cronológico esta investigación abarca los siglos del VIII al XV, y el ámbito geográfico se extiende a los Reinos de León y Castilla. Respecto del ámbito geográfico, nos hemos centrado en los Reinos de León y Castilla, siguiendo un criterio distributivo. Es decir, a la hora de estudiar regiones, ciudades o villas se ha hecho siguiendo los parámetros de norte a sur y de oeste a este. Procedimiento aplicado, por ejemplo, en el estudio del abastecimiento, el tráfico de mercancías, la diligencia y el intervencionismo o la política según el requerimiento de tributos. En cambio, para los temas como la comida y los productos alimenticios, los derechos y contrataciones, lo que hemos hecho prevalecer es el criterio cronológico.
También se ha hecho un análisis siguiendo una geografía fiscal, donde aparece una Castilla que se puede llamar ¿de las merindades¿, y otra que está situada al sur del Duero, Castilla de las Extremaduras, donde la variedad de las tierras concejiles se enmarcaban bajo obispados, como el caso de Plasencia, Ávila, Segovia, Sigüenza y Osma. Este último ámbito es el que más interesa para la investigación aunque también se han recogido aspectos que tiene que ver con el control de ciertos arzobispados como el de Toledo, cuando se encontraban bajo su frontera, los obispados de Jaén, Córdoba y Cartagena, y también el arzobispado de Sevilla con el obispado de Cádiz.
Aunque con los datos que se disponen, principalmente desde el siglo VIII al XIII, no se puede establecer con total seguridad el régimen alimenticio, sí se pudo realizar un análisis de los productos que constituían la base fundamental de la alimentación. En cuanto a los siglos XIV y XV, y más en este último, la riqueza de los datos que ofrecen las fuentes castellano-leonesas es considerablemente superior llegando a veces a mostrar, de forma suficiente, los alimentos que eran consumidos en algunos banquetes, incluso la riqueza expresiva es realmente llamativa si se contrasta con los primeros siglos medievales, no sólo porque la información o las fuentes se expresaban en latín sino porque eran parcos a la hora de ofrecer datos. Además, acercándose a la Baja Edad Media, el corpus documental se vio incrementado en información fiscal y la documentación privada también se enriqueció.
Una gran mayoría de la información que ha llegado hasta la actualidad sobre la Alta y la Plena Edad Media procede de estamentos sociales concretos, ya que estaba basada, fundamentalmente, en la realeza, en la vida monacal y eclesiástica y en la alta aristocracia, aunque las crónicas reales narren acontecimientos particulares, y las crónicas señoriales sean más parcas que las reales. Sin embargo, respecto de los demás grupos o estamentos sociales inferiores, la información manejada resultó ser bastante menor y en algunos casos, inexistente, dependiendo del momento o de la situación geográfica. Todo ello es así porque en el período analizado fueron los estratos de la sociedad considerados superiores, los que tenían el poder. De tal manera que por lógica, las biografías y las crónicas que se realizaban intentaban recoger sus vidas y hazañas. Lo mismo cabe decir de otras fuentes, tanto escritas como artísticas.
Se ha de advertir que este estudio no es una investigación basada en distintos platos de comida, para eso ya existen los recetarios, aunque también se ha tenido que recurrir a algunos de ellos para completar la información. Lo que se ha intentado ha sido ofrecer un estudio sobre la alimentación en su conjunto, recurriendo incluso a aspectos económicos, consultado fuentes de carácter fiscal que gravaban sobre el consumo, y también a las ordenanzas que se establecían sobre la compra-venta e intercambio de productos alimenticios, fuentes reales, episcopales y particulares, fueros, cartas pueblas, actas de sesiones, Libros de Actas y ordenanzas que contienen gran valor informativo.
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