Porqué retomar las hibridaciones y las mediatizaciones en tiempos de experiencia desbordada, en el marco de la cultura digital. Tiempos caracterizados por el vértigo, la inmediatez, la conectividad, la sociabilidad ampliada y publicada en numerosas plataformas de software social; el fin de una temporalidad en la que la vida misma circula a través de las pantallas. Poco se puede agregar en relación a lo dicho, escrito y leído por numerosos autores en los últimos cuarenta años y con mayor densidad en las últimas dos décadas. Lo cierto es que algo de lo anticipado y comprendido por las perspectivas teóricas previamente, estaría operando en el presente. A inicios del 2020, la declaración de la OMS de pandemia causada por la transmisión del virus SARS CoV-2, puso una pausa inesperada sobre muchas de las prácticas cotidianas. Así nuestros hábitos y prácticas cotidianas se pusieron en suspenso y en perspectiva, lo que permitió en cierta forma cuestionarlos. En ese marco, la educación y la formación profesional y docente, en todos los niveles del sistema educativo formal en Argentina, durante dos ciclos lectivos, fue pendulando desde una continuidad altamente mediatiza a una hibridación con la presencialidad. Algo similar ocurrió en ámbitos de la capacitación no formal. Con el inicio y retorno a la presencialidad, la incertidumbre y las preguntas sobre lo que vendrá o quedará como correlato de ello, será en cierta forma un reflejo de aquello que transitamos o que de alguna manera aprendimos.
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