Desde la aprobación del nuevo Estatut de Catalunya (2006) hasta la sentencia del Tribunal Constitucional (2010), que lo rechazó parcialmente, pasaron cuatro años. Este rechazo, en las partes más políticas como, y sobre todo, la del reconocimiento de Cataluña como nación, determinó una volcánica, que a día de hoy aún no ha terminado, y que llevó a la fractura definitiva con Madrid y a la elección de la vía independentista (el procés). No obstante, precisamente la sentencia de rechazo del TC nº 31 de 2010, debido en parte a las dinámicas políticas que nacieron en el seno de la Sala que conoció del asunto durante la redacción del pronunciamiento, constituye un documento de investigación, cuyo análisis puede convertirse en una pieza útil para la reconstrucción histórica de las dramáticas decisiones políticas que se sucedieron.
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