Madrid, España
Las entidades de la economía social (las organizaciones de participación) realizan su actividad en mercados competitivos y sistemas económicos en evolución. Estas organizaciones no pueden estar ajenas a la crisis económica caracterizada por la destrucción de empleo y disminución de la demanda y la financiación. Su propia pervivencia depende de que sepan afrontar los retos que plantean tales contextos: - Reforzar su actividad productiva a través de la eficiencia de sus procesos, de la adaptación a las nuevas demandas y de la búsqueda de potenciales nichos de empleo. - Buscar posibilidades de financiación que permitan crear nuevas infraestructuras e invertir en el conocimiento y en las tecnologías que permitan hacerlas más competitivas. - Tener capacidad de formarse para enfrentarse a las nuevas posibilidades y retos que a corto plazo se ofrecen. - Estar preparadas para convivir con la innovación y las nuevas exigencias derivadas de la responsabilidad social empresarial. En suma, todo ello exige que se conformen como empresas económicamente viables al tiempo que salvaguardan sus señas de identidad atendiendo a los rasgos de excelencia empresarial en la economía social y procurando los instrumentos que pueden facilitarla. Para conseguirlo, la clave de referencia es el perfil participativo idiosincrásico común a todas estas organizaciones.
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