El objetivo de este artículo es revisar los primeros pasos que se pueden dar en un instituto de secundaria para que el espacio escolar pueda ser utilizado como un recurso educativo. En España existen numerosos edificios escolares construidos a partir de la Ley 14/1970, que supuso una reforma educativa. Sin embargo, los centros educativos seguían teniendo aulas compartimentadas a ambos lados de pasillos. En la actualidad, nuevas metodologías de aprendizaje son habituales en los colegios e institutos, pero sigue existiendo una desconexión entre las aulas como espacio físico y el proceso de aprendizaje. Esto hace que los adolescentes no se identifiquen con el entorno escolar. Si conseguimos incorporar la arquitectura del entorno en nuestras sesiones de clase, los alumnos valorarán lo que les rodea, lo harán suyo y lo respetarán. Formaremos personas con un sentido crítico hacia lo edificado y tendremos ciudadanos que podrán colaborar en la construcción de un mundo mejor para todos. Como un primer paso de análisis del edificio educativo, se han llevado a cabo a lo largo de quince meses, distintas actividades usando los sentidos, con alumnos de educación secundaria, con la intención de darles a conocer ese espacio en el que conviven entre semana. El dibujo de un plano de la planta del edificio en distintos momentos del curso ha servido como indicador para identificar aquellas actividades más apropiadas para conocer su entorno, resultando ser aquellas en las que tenía lugar una mayor interacción física entre los alumnos y el espacio, las elegidas.
The study objective was to review the first steps to take in a secondary school to turn the building into an educational resource. In Spain, many schools were built following the Law 14/1970, which entailed educational reform. However, school buildings still present compartmentalised classrooms distributed on both sides of long corridors. Nowadays, new teaching methodologies are widespread in classrooms, yet the architectural space and the learning process are poorly connected, leading to a lack of teenage identification with the school’s built environment. By introducing environmental architecture in class sessions, we will teach students to value their immediate surroundings, developing a sense of belonging and respect for these spaces. We will thus contribute to forming future citizens with a critical sense of what is built, making it more likely that they will seek to cooperate in building a better world. The first step in the analysis of the educational building consisted of a range of sense-based activities. They unfolded over fifteen months and were aimed at building the students’ knowledge of their school. Students drew a floor plan of their school building at different moments during the school year, and this exercise was used as an indicator to determine the activities that contributed the most to their understanding of the built environment. The most effective activities were those which involved the most physical interaction with the building.
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