La Isla de Puerto Rico fue invadida y ocupada por los Estados Unidos de Norte América durante la Guerra Hispano-Cubano-Americana hace ciento un años y dos meses. La llamo así porque Cuba participó significativamente, culminando su lucha para independizarse de España y evitando, con una presencia cívico/militar firma y valiente, la ocupación y subsiguientes colonización por parte de los EE.UU.; proyecto que, evidentemente, aún anida en el ánimo de aquella nación. Fue, al parecer, una gestión y ganancia propia de una guerra emprendida para liberar al pueblo puertorriqueño de un enemigo mortal, España, que no le permitía desarrollarse ni como pueblo ni como nación. Esa fue la imagen de lo sucedido que se le presentó a un pueblo eminentemente ignorante, una imagen que anidó en el pensamiento de la gran mayoría de los puertorriqueños y que con el paso de los años, la constante repetición y el incremento propagandístico ha tomado dimensiones enormes con resultados catastróficos para la personalidad del puertorriqueño. Aún el año pasado, en ocasión de suscitarse un plebiscito para definir la voluntad de los puertorriqueños en cuanto a su futuro, la Secretaría de Estado de Puerto Rico presentó y sostuvo como una realidad irrefutable que los EE.UU. habían sido invitados por los puertorriqueños para que invadieran el país. Esto no es sino la secuela natural de un siglo de campañas difamatorias contra los españoles en Puerto rico, campañas que han logrado calar muy hondo en el sentimiento puertorriqueño y hacerle mucho daño a la afirmación de la personalidad puertorriqueña. Algunas de las características de esas campañas han sido la constante devaluación de la personalidad española, la adjudicación de epítetos y características detrimentales a los españoles y el desprecio a las realidades históricas que definen al pueblo puertorriqueño. Las situaciones creadas a propósito, las campañas de información erróneas y descrédito que aquí enumero no han sido las únicas ni cubren el espectro total de las cosas que han llevado a Puerto rico a la situación en que se encuentran. He escogido estas para dar base a mi ponencia porque no han sido frecuentemente mencionadas antes y porque tienen más que ver con las señorías aquí presentes. Además, para dejar establecido que la situación de Puerto Rico no se puede tratar desde la distancia como otra relación internacional cualquiera, por varias razones: La cesión de Puerto Rico como botín de guerra fue impuesta por los EE.UU a España como ultimátum para el armisticio en la Guerra Hispano-Cubano-Americana. Dicha cesión fue consignada en el Artículo 2 del Tratado de París, ratificado por los beligerantes el 11 de abril de 1899. Puerto Rico no estuvo envuelto de manera alguna en esta guerra en EE.UU. habían invadido a Puerto Rico ocho meses y medio antes, el 25 de julio de 1898, aprovechando la festividad de Santiago Apóstol, y se habían apropiado de nuestro país. Desde entonces hasta este momento en que tengo el honor de dirigirme a ustedes, los EE.UU. rehusan reconocer la nacionalidad puertorrriqueña, Puerto Rico no es otra cosa que, posiblemente, la colonia más grande que aún queda en el mundo y, salvo algunas naciones representadas en la Naciones Unidad como Cuba y otras, ninguna otra nación, y lo expreso con gran dolor, entre ellas España, ha respaldado con sus expresiones y votos el derecho de mi Patria, Puerto Rico, a su autodeterminación, libertas política e independencia
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