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Las demandas de autonomía indígena en México: una cuestión de estado

  • Autores: Rosa de la Fuente Fernández
  • Localización: Iberoamérica Horizonte Tercer Milenio: Inmigrantes latinoamericanos en Europa / Tomás Calvo Buezas (dir.), 2001
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • En la actualidad, gran parte del movimiento indígena mexicano se articula en torno a la demanda del ejercicio pleno de la autonomía, y como en el caso de otros países latinoamericanos combina un cuestionamiento de la actual organización del espacio (político, territorial y económico) con la viabilidad del actual estado-nación2. Esta demanda que ha cohesionado el movimiento indígena, supone un viraje de las estrategias hasta ahora empleadas por los pueblos y comunidades indígenas para solucionar su histórica marginación, pero se alimenta de más de cinco siglos de experiencias frustradas y de lucha, a través de otras vías. Los antiguos canales de reivindicación indígena pendulaban entre las organizaciones de clase (eminentemente campesinas pero también obreras) y las organizaciones locales incapaces de mantener una total independencia de la sociedad corporativa institucional mexicana. Debido a los fracasos en la solución de demandas, más allá de los repartos de tierras, y a los escasos beneficios coyunturales "otorgados" desde la política indigenista, se fue gestando un nuevo movimiento fundamentalmente indígena. Este movimiento, en sus inicios, fue dependiente de la línea etnicista de las nuevas teorías sociales, que recurrían a la importancia de la diferencia étnica para reconstruir las identidades de los pueblos y comunidades indígenas3. Sin embargo, durante los años 70 y 80, las diferencias entre las organizaciones de carácter agrarista y las etnicistas mostraron la debilidad de un movimiento que por su heterogeneidad y fragmentación era incapaz de organizarse independientemente de los organismos indigenistas como un sujeto colectivo. La crisis de la economía mexicana de los años 80, repercutió gravemente en los sectores sociales más débiles, agudizando las condiciones de vida de los campesinos e indígenas en México. Sus respuestas fueron importantes, pero inconexas e incapaces de debilitar la legitimidad del partido gobernante desde el final de la revolución mexicana. Sin embargo, los cambios estructurales en la política económica nacional implementados fundamentalmente durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, supusieron un desmantelamiento de muchos de los logros sociales y simbólicos que habían legitimado al estado mexicano hasta entonces. Sin duda alguna, el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el primero de enero de 1.994, colocó en primera plana nacional e internacional, las graves condiciones de marginalidad y pobreza de los indígenas chiapanecos y consiguió recabar la suficiente legitimidad para negociar con el ejecutivo mexicano. Legitimidad que se extendió hacia el resto del heterogéneo movimiento indígena, que aún con ciertos grados de independencia con respecto a los insurgentes zapatistas, conseguiría entrar en el debate nacional sobre la cuestión india aportando sus propios proyectos y demandas. El EZLN y el conjunto de organizaciones indígenas (de corte etnicista o agrarista) se articularon lentamente en torno a los mismos objetivos, transformándose en un nuevo sujeto social. Pero si tuviéramos que señalar un punto fundamental de cohesión y vertebración de este nuevo actor, a tener en cuenta en el sistema político y social mexicano, no podría ser otro que la reivindicación del derecho a la autodeterminación. El mecanismo elegido para ejercer este derecho es la autonomía4. El proceso de gestación del sujeto social indígena lleva consigo la necesidad proyectiva de los pueblos y comunidades indígenas de realizarse como miembros activos, participando y decidiendo en la creación de un nuevo pacto social con el resto de la sociedad mexicana. Una nueva fundación en la que los pueblos indígenas conserven la capacidad de elegir la organización de sus comunidades, así, como la relación con el resto de sujetos individuales y colectivos nacionales. Este nudo de articulación que vertebra las demandas indígenas en México, obtuvo reconocimiento político en los acuerdos que representantes del EZLN y el Gobierno Federal mexicano firmaron en San Andrés Sacamch’en, en febrero de 1.996. Sin embargo, los compromisos adquiridos por el gobierno para realizar los cambios constitucionales básicos para hacer efectiva la autonomía no se han cumplido por el momento, con lo que el proceso de respaldo jurídico a este derecho se encuentra estancado. Esta situación, lejos de suponer un abandono de la autonomía como núcleo principal de las demandas indígenas, ha forzado numerosos ejemplos de autonomía de facto, que en muchos casos provocan graves conflictos con las autoridades formales y el ejército, sobre todo en la zona de conflicto en el sureste chiapaneco. Indagar en el complejo proceso de gestación de este nuevo sujeto social y dibujar las líneas principales que expliquen el significado de las demandas y manifestaciones de facto de la autonomía son los objetivos de nuestro ensayo. Demostraremos que las demandas de autonomía indígena expresan la existencia de un nuevo sujeto social. El cual exige la subversión de la "geografía de la marginación"5 a partir de la reivindicación y ejercicio de su derecho a la autodeterminación.


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