Los relatos de viajeros son cada vez más apreciados, como fuente histórica, por la historiografía actual dada la calidad de información que ofrecen. Estos relatos, generalmente, suelen ofrecer múltiples observaciones sobre las sociedades objeto de interés por parte del viajero, de carácter geográfico, etnográfico, sociológico e histórico, y normalmente se presentan en un estilo que hace atractiva su lectura. Ahora bien la riqueza de esa fuente está evidentemente en relación con la calidad del observador. De ahí que convenga siempre interrogarse por los orígenes sociales y motivaciones de esos autores. Así, pues, estos textos en los que se mezclan descripciones y análisis, informaciones y comentarios, con el afán de hacer inteligible una realidad ajena y preocupación por entretener y divertir a quien recorre unas páginas suelen contener joyas informativas y construir un tipo de fuentes, difícilmente sustituibles por otras. Por otra parte, cada uno de los textos exige una aproximación y una evaluación individualizada. Hay pues que identificar y sopesar bien los propósitos e intereses de sus autores, y si es posible contrastar sus datos e interpretaciones con otras fuentes, para calibrar su interés histórico y determinar su grado de veracidad. De todas maneras estos relatos nos pueden ofrecer una reveladora visión de nuevas realidades, y son un complemento de las fuentes históricas que suelen usar con más frecuencia los investigadores1. De modo que, fuesen cuales fuesen las motivaciones de sus autores y la mayor o menor riqueza expresiva de sus autores constituyen tales relatos una fuente insustituible para aproximarnos mejor a las sociedades que contemplaban. El objetivo de este trabajo es presentar los relatos de viaje como fuente valiosa e imprescindible para los estudiosos de la inmigración española en el continente americano. En este caso concreto me centraré en hacer unas reflexiones sobre algunos de los viajeros-observadores españoles que nos han dejado sus observaciones y sus diferentes miradas de la sociedad estadounidense del siglo XIX y primeras décadas del XX. Los viajeros españoles en Estados Unidos provenían de diversos mundos, pues entre ellos figuraban científicos como Ramón de la Sagra (1835) y José Jordana (1876), diplomáticos como Guillermo Lobé (1837) y Enrique Dupuy de Lôme , oficiales de marina como Esteban Amengual (1899), hombres de negocios como Eduardo Maristany (1903) a los que hay que agregar reconocidas figuras de la literatura española como Vicente Blasco Ibáñez, quien en 1920 fue nombrado doctor "honoris causa" por la Universidad de Washington
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