Como es sabido el fenómeno de las migraciones tiene una causalidad compleja ligada a los procesos políticos, económicos, demográficos, medioambientales... La alteración de uno o varios de estos factores en sentido negativo provoca el movimiento de la población hacia aquellos lugares que en principio pueden ofrecer mejores perspectivas. En la actualidad nuestro país vive en lo que se puede considerar una etapa de estabilidad en la práctica totalidad de los aspectos mencionados, sin que esto signifique que de manera coyuntural se produzcan tensiones en algunos de ellos. Esta situación que se ha ido consolidando a raíz de la apertura democrática y la inclusión de España en la CEE y su participación en el proceso de construcción de la Unión Europea, ha dado un vuelco a nuestra tradicional tendencia a la emigración. España ha pasado de ser un país emisor de población a ser uno de los puntos de mayor atracción. En esta última década se ha ido confirmando la tendencia reduccionista de la salida de españoles fuera de nuestras fronteras iniciada a partir de 1975 cuando la crisis del petróleo dejo notar sus efectos en la economía mundial. Otro fenómeno que se ha producido y que tiene una gran relevancia es el de los retornados; a partir de los años 80 España ha ido registrando cada año un saldo migratorio a su favor, ya que han sido muchos más los españoles que han regresado que los que han emigrado Lejos quedan ya los más de 160.000 emigrantes que partieron hacia Iberoamérica en 1920 o los más de cien mil que lo hicieron a Europa en los dos primeros años de la década de los '70. La emigración hacia el exterior ha experimentado un retroceso importante; si comparamos esas cifras con las actuales, la salida de españoles hacia América Latina se puede considerar testimonial. En cuanto al flujo migratorio hacia los países de la UE mantiene un volumen todavía significativo, aunque desde 1990 se observa un descenso en proporción mucho mayor que el que ha experimentado la emigración hacia Iberoamérica Con todo, no se puede perder de vista que en la actualidad un número importante de españoles reside fuera de nuestras fronteras. Se calcula que en torno a un cinco por ciento de población española vive repartida por los cinco continentes. Del total de esa población que reside en el extranjero el 60% vive en América, fundamentalmente en América Latina. Asimismo, no se puede obviar el número de empresas españolas que en estos momentos desarrollan diversos proyectos en estos países a los que desplazan un contingente de trabajadores considerable, sobre todo de cuadros técnicos y directivos. Así pues, a lo largo de estas páginas intentaré poner de manifiesto la evolución que ha experimentado la emigración española a Iberoamérica en la década de los '90, las causas o factores que han intervenido en el proceso, el perfil de los emigrantes y su situación.
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