El ser humano tiene como principio rector mantener la homeostasis en su relación con el entorno, para seguir vivo y transmitir la vida. Como animal social necesita también la homeostasis, el equilibrio, en el mundo de la polis, de la vida compartida. La palabra y la complejidad de sus interacciones comunicativas le han permitido, a través de la educación, acumular, transmitir y ampliar sus conocimientos para intervenir en la naturaleza, gracias a complejas técnicas. Ahora afrontamos el mayor cambio desde que surgiera el homo sapiens sapiens. En este proceso, dominado por los dispositivos tecnológicos y la hipercomunicación acelerada, es más importante que nunca la educación en sus múltiples dimensiones, para ayudar —desde el pensamiento crítico y creativo— a la busca del sentido. De ella dependerá la posibilidad de encaminarnos, sin miedos distópicos, hacia el ser-humano-que-se-supera y eleva lo humano a una nueva dimensión (que es hacia lo que apunta el Übermensch nietzscheano).
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