RESUMEN Actualmente, Chile presenta niveles por sobre el promedio regional y mundial de sobrepeso y obesidad. Esta condición se distribuye desigualmente entre la población, concentrándose en mujeres (quienes lideran el ranking latinoamericano de obesidad), acrecentándose entre aquellas de bajos ingresos. Este dato corrobora que el problema nutricional excede con creces el ámbito biológico y que si se busca tener resultados positivos en la disminución del sobrepeso y obesidad, urge observar sus condicionantes socioculturales. Desde 2005 las políticas públicas han implementado medidas basadas principalmente en ofrecer recomendaciones e información nutricional a la población. A través de un estudio cualitativo- etnográfico nos interrogamos respecto al modo en que las mujeres perciben el discurso salubrista y las recomendaciones nutricionales. Confirmamos que los mensajes sobre la adecuada alimentación son recibidos y comprendidos. Sin embargo, se interiorizan como una imposición altamente restrictiva, que no se condice con sus estilos de vida, que exige implementar cambios para los que no se sienten capaces ni suficientemente respaldadas por su entorno cercano. Se concluye que es necesario reorientar los esfuerzos, desplazando el foco desde la difusión de información y la responsabilización individual, hacia la construcción de estrategias que pongan como eje central a las personas dentro de sus contextos particulares.
ABSTRACT Currently, Chile has levels above the regional and the global average for overweight and obesity. This condition is distributed unequally among the population, concentrating among women (who lead the Latin American obesity ranking) and increasing among those with low incomes. This data verifies that the nutritional problem exceeds the biological scope, thus it is crucial to observe its sociocultural conditions. Since 2005, public policies have been implemented based mainly on offering recommendations and nutritional information to the population. Through a qualitative-ethnographic study, we inquired about the woman's perception of the health discourse and the nutritional recommendations. We confirm that messages about proper eating are received and understood. However, they are internalized as highly restrictive, incompatible with their lifestyles, and require changes that participants felt they were incapable of or sufficiently supported by their immediate environment. We concluded that it is necessary to redirect efforts, shifting the focus from the dissemination of information and individual responsibility, to the construction of strategies that place people at the center of their particular contexts.
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