Educar para la libertad y la justicia ¿Cómo educar en el siglo XXI a una ciudadanía libre y feliz?

• Isabel Tamarit López ^[1]
  1. [1] IES Massamagrell
• Localización: Bioética y neuroeducación moral: filosofía social y política a partir de Karl-Otto Apel / Rubén Alepuz Cintas (ed. lit.), César Ortega Esquembre (ed. lit.), Marina García-Granero Gascó (ed. lit.), Carlo Sanmartín Catalá (ed. lit.), 2021, ISBN 978-84-1369-201-2, págs. 426-435
• Idioma: español
• Títulos paralelos:
  • How would free and happy citizens be educated in the 21st century?
• Texto completo no disponible (Saber más ...)
• Resumen
  • español

    Nos encontramos actualmente ante el reto de educar en el siglo XXI a personas que merecen la oportunidad de constituirse y autoconcebirse como seres autónomos, libres, capaces de dirigir y decidir sobre sus propias vidas y ser autores de aquello que desean ser y hacer porque tienen razones para valorarlo. Al mismo tiempo estas personas desean ser felices y la educación debe contribuir a que lo logren, a que desplieguen su proyecto vital y se sientan reconocidas como seres valiosos. Lo consideramos un reto porque no es fácil recuperar fines centrales para el cultivo de la humanidad en un mundo altamente tecnificado y competitivo que exige resultados y que olvida lo más esencial, lo más humano. Sin embargo, la educación para la democracia y no para el crecimiento económico como defiende Martha Nussbaum conlleva el cultivo de virtudes éticas, pero también de sentimientos morales y emociones. Esto significa volver a las humanidades recuperando elementos de la educación que se han relegado a un segundo plano y que contribuyen al desarrollo integral de la persona. Implica el desafío de ofrecer una educación ética que promueve la forja del carácter y que respeta la libertad y dignidad de la persona.

  • English

    We are currently facing the challenge of educating people in the 21st century who deserve the opportunity to be constituted and self-conceived as autonomous, free beings, capable of directing and reasons to value it. At the same time, these people want to be happy, and education should help them to achieve it, to deploy their life project and feel recognized as valuable beings. We consider it a challenge because it is not easy to recover central purposes for the cultivation of humanity in a highly technified and competitive world that demands results and that forgets the most essential, the most human. However, education for democracy and not for economic growth, as advocated by Martha Nussbaum, entails the cultivation of ethical virtues, but also of moral feelings and emotions. This means going back to the humanities recovering elements of education that have been relegated to the background and that contribute to the integral development of the person. It implies the challenge of offering an ethical education that promotes the forging of character and that respects the freedom and dignity of the person.