Crónicas árabes tardías presentan a Rumaykiya como una esclava atractiva que supuestamente completó con gracia un verso del joven príncipe Muhammad Ibn Abbad (Beja, 1039 - Agmat, 1095), después convertido en el rey al-Mutamid, lo que llamó poderosamente su atención. Estuvo muy unida a él y desempeñó un importante papel en la taifa sevillana. En un tratado erótico tunecino hay unos encendidos versos suyos en respuesta a una invitación de su esposo, que le había dedicado amorosos poemas. Sobre ella se han conservado juguetonas anécdotas en obras árabes, algunas de las cuales fueron recreadas en El Conde Lucanor.
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