En este artículo defendemos la concepción del orientador como un investigador de la acción. Pretendemos, mediante la evaluación de programas, obtener información que tenga impacto sobre el sistema y sus componentes (humanos y materiales) y que nos conduzca a la acción y al cambio. Es muy ventajoso para los prácticos que no sólo sean consumidores de resultados de investigación sino que también la produzcan. Para ello proponemos una serie de analogías entre las fases que corresponden a una buena práctica de la orientación y las de investigación de logros o resultados.
In this article we defend a conception of the counselor as someone who investigates action. Program evaluation is a means to obtaining information that enables us to act upon the system and its components (both material and human) and to change it. Practitioners should be not just consumers of research results but also producers. To that end we propose a number of analogies between the stages corresponding to the good practice of counseling and those corresponding to achievement research.
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