Argentina
Vivimos días de mucho cansancio, nos decepcionan el contexto social, la crisis económica, la militarización de nuestra ciudad, la derecha fascista que avanza en Nuestra América y el patriarcado que no nos deja ni un minuto en paz. Pero si de días de cansancio se trata, nosotras somos expertas en eso. Este año nos hemos cansado hasta el hartazgo, desde comienzos de este 2018 hemos marchado innumerables veces, nos hemos organizado, hemos luchado, hemos hecho decenas de pañuelazos, talleres, asambleas, pegatineadas, nos juntamos, discutimos, pensamos estrategias, conversamos entre varias, con una amiga, con nuestras compañeras. Abortamos y ayudamos a abortar, hemos vivido un año de vigilias interminables. Vigilias en reuniones, vigilias para llegar a tiempo y cortar una calle de madrugada, vigilias para acompañar a alguna mujer que se encontraba en situación de riesgo por sufrir violencia de género, vigilia para acompañar a alguien que estuviera atravesando algún embarazo no deseado, pero sobre todo, la palabra vigilia se instaló en nuestro cotidiano en relación a dos fechas que pasaron a ser históricas e inolvidables en nuestras vidas: la vigilia del 13 de junio, día en que el Proyecto por la Legalización del Aborto se trató en la Cámara Nacional de Diputades, y la vigilia del 8 de agosto (más conocido como 8 de aborto, para nosotres), día en que se trató el Proyecto de Ley en la Cámara de Senador*s del Congreso de la Nación.
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