El sistema educativo continúa siendo una fábrica de seres humanos ejemplares y seriados que tira a la basura los que salen del padrón y no encajan en la norma, como Tonucci la dibujaba en la década del 70, bajo el apodo de “Frato”. La creatividad y el pensamiento crítico todavía no tienen espacio en los asientos escolares y utilizar la tecnología de forma mecánica, apenas para colgar algún material en una plataforma parece no resolver los problemas endémicos que aquejan a la educación, que todavía se considera un “gasto” y no una inversión. Escribir la educación, por lo tanto, requiere cambios importantes que todavía llevarán mucho tiempo para realmente transformar esas instituciones que nos abrigan.
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