Lo que cumple José Martí en su trabajo de traducción es un papel de mediador que participa y apuesta, jamás un mediador supuestamente imparcial. De manera que la traducción, entendida como una operación que decodifica y recodifica signos es una constante de su poética, una estrategia permanente de producción de significados, integrada a ese trabajo de interpretación crítica de las realidades de su época. Es un traductor periodístico, cuyas crónicas describen espléndidamente, y enjuician en profundidad y con perspectiva de futuro, cómo se estructura y despliega el mundo moderno en uno de sus escaparates mundiales: la ciudad de Nueva York.
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