El ciclo clásico de elaboración del aceite de oliva ha evolucionado a lo largo de la historia desde la molienda, hasta los sistemas actuales de centrífugación y por último la conservación y el almacenamiento y el embotellado del aceite. Tradicionalmente se limpia el fruto en el campo mediante la utilización de cribas, pero esta limpieza no es completa, de tal manera que el fruto entra en la almazara con una gran cantidad de impurezas que es preciso eliminar. Para ello, en primer lugar se utilizan limpiadoras que, mediante corriente de aire y tamices vibrantes, eliminan hojas, ramas, etc, y luego, si es preciso, se utilizan lavadoras que eliminan piedras, polvo, etc. Una vez limpio y pesado en básculas el fruto se almacena en tolvas en espera de la molturación. Después la pasta está preparada para ser procesada por presión o por centrifugación y extraer el aceite. Antes de la molturación y durante el proceso de decánteres se pueden ubicar unos separadores magnéticos y parrillas magnéticas para tolva, apropiados para la separación de pequeñas partículas de hierro o donde las partículas a separar están en una materia muy viscosa. Tanto los separadores como las parrillas para tolva se pueden fabricar en diferentes formatos: cuadrado, redondo o rectangular; adaptándose en cualquier caso al tipo de producto que se quiera detectar. Se utilizan principalmente en industrias de alimentación maquinaria de inyección y, en especial, en cualquier tipo de proceso donde el producto a manipular no debe contener partículas férricas. Este riguroso control sanitario hace que las olivas no recojan impurezas, ya que todos los elementos que pueden entrar en contacto con las olivas o el aceite son de acero inoxidable o PVC homologado para alimentación
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