Para la generación de arquitectos que, como Ionel Schein, se forman en París después de la guerra, Le Corbusieres el único antídoto contra el academicismo de la Escuela de Bellas Artes. La filiación corbuseana se hace primeroclandestinamente, a través de los libros y de los proyectos, y en seguida con el contacto directo o por carta, y representa unareserva inagotable por la educación de los jóvenes a la arquitectura. Las reuniones y la correspondencia, punteada deentretenimientos intelectuales, permiten a Schein de absorber el léxico corbuseano como una nueva lengua materna, hasta laformación de su propio vocabulario arquitectónico. A la muerte del maestro, Schein crítica duramente la serie grotesca dehonores póstumos enscenada por las instituciones que lo obstaculizaron por toda su vida. Su fidelidad al mensaje de LeCorbusier sobrevive a las apariencias y en sus obituarios sin coronas de laurel se encuentra el significado más profundo deun legado tan discutido e imponente.
Pour la génération d’architectes, tels Ionel Schein, qui se forment à Paris après la guerre, Le Corbusier représentele seul antidote à l’académisme “bozartien”. La filiation corbuséenne se fait d’abord en clandestinité, à travers les livres etles projets, puis avec le contact direct ou par lettre, et représente un bassin inépuisable pour l’éducation permanente desjeunes à l’architecture. Les rencontres et la correspondance, ponctuée de divertissements intellectuels, permettent à Scheind’absorber le lexique corbuséen comme une nouvelle langue maternelle, jusqu’à la formation de son propre vocabulaired’architecture. A la mort du maître, contré pendant toute sa vie par les institutions, Schein est dégoûté par la suite grotesqued’honneurs posthumes mise en scène : sa fidélité au message de Le Corbusier survit aux apparences et dans ses obituairessans couronnes de lauriers on trouve le sens profond d’un héritage tant discuté et imposant.
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