Crecer no tiene por qué significar dejar de ser un niño. O, al menos, eso defienden los “kidults”, una generación de adultos de entre 20 y 45 años, en gran parte independientes y muchos de ellos con familia, que se niegan a abandonar a su niño interior manteniendo gustos y tendencias de consumo comúnmente vinculadas a su etapa infantil. Así, combinan sus responsabilidades adultas y profesionales con coleccionar figuras de superhéroes como “Spiderman”; llevar camisetas de sus personajes favoritos de “Star Wars”; hacer cola para ser los primeros en ver sagas como “Toy Story” o matar el tiempo libre jugando a “Candy Crush”
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