La filosofía buscó sus primeras respuestas en lo ontológico, razón por la que, al pensar la educación y la pedagogía, también sea necesario responder, primero, qué es la educación y qué es ser maestro. Esta pregunta sigue siendo vigente en la medida en que ha sido respondida, cada vez, por tiempos y necesidades específicas en contextos particulares. Partiendo de las reflexiones hechas por diversos pensadores, resaltamos las miradas de las pedagogías críticas y poscríticas desde el siglo XX, pues comprenden la noción del maestro como una en permanente construcción, sujeta al contexto y a las demandas sociales. Estas respuestas parecen superponerse en la noción que de sí mismo tiene el maestro. A pesar de que ninguna de estas definiciones resulte novedosa, parecen desconocer al sujeto cargado con sus historias de vida, sus juicios y creencias, sus deseos y limitaciones, su propio poder y, al mismo tiempo, falta de poder, que decide o que deviene en maestro. Finalmente, reconocemos que, en la medida en que este sujeto ha de ponerse en juego permanentemente con las demandas del afuera, su papel como maestro es también uno que está en permanente relación con múltiples dimensiones que lo atraviesan. Lo que pretendemos plantear es el reconocimiento de estas múltiples tensiones, al tiempo que reconocemos la necesidad de construir espacios humanos y humanizadores que permitan que este sujeto, el maestro, pueda mostrar las costuras de su propio aprendizaje a la vez que se configura como tal.
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