Argentina
El impacto de la educación, tanto de sus prácticas como de las políticas específicas, tiene efecto aún varias décadas más allá del momento en que son desarrolladas, y su adecuación con los requerimientos sociales es complejo y dificultoso. Las urgencias que plantean las coyunturas políticas, la necesidad de atender múltiples demandas sociales simultáneas y la falta de una estrategia general y colectiva, han dificultado la necesaria construcción de perspectivas de mediano y largo plazo para la educación. Esta articulación entre presente y futuro es, sin embargo, indispensable si lo que se pretende es vincular los sistemas educativos y los procesos de formación con el desarrollo de las sociedades que atienden, y favorecer la democratización de la educación como factor clave para el desarrollo sostenible en su potencialidad con el fin de mejorar la calidad de vida de todas las personas, las sociedades y los países.
A partir del reconocimiento del contexto político, económico y social en que la Educación Superior se desenvuelve en nuestra Región en las últimas décadas, de los aportes de las CRES precedentes (La Habana, 1996; Cartagena de Indias, 2008) –que se desarrollan especialmente– y de las CMES de la UNESCO (París, 1996 y 2008), el artículo propone orientaciones políticas y estratégicas que favorezcan la construcción –actual– de la Universidad que América Latina necesita en el futuro. En la misma dirección, recoge el pensamiento crítico reformista de Córdoba sobre la Universidad, su función social y su responsabilidad política y social, así como su visión latinoamericanista y también considera aspectos “liminares” aún incumplidos.
En este sentido, se plantea la necesidad de sobrepasar la dimensión declamativa y orientadora que las Declaraciones representan para avanzar –más bien– en su efectiva concreción a través de programas nacionales y regionales que las implementen. Para ello, la propuesta se enfoca en dos cuestiones centrales: la innovación y la planificación. Esto es, por un lado, el desarrollo de experiencias y procesos innovadores endógenos a nivel institucional e intrainstitucional, en las diversas dimensiones de lo universitario –docencia, investigación, currículum, extensión o de la gestión–, junto con el despliegue de incentivos exógenos hacia la innovación por parte de los gobiernos nacionales. Y, por otra parte, implica la sistematización de procesos participativos de planeamiento y dirección estratégica a un triple nivel de la gestión:
al nivel de las universidades, a fin de estructurar, sistematizar y construir su marco general de desarrollo en el contexto vigente y de acuerdo con sus propios proyectos institucionales;
al nivel de los sistemas nacionales, de modo que permitan establecer sus orientaciones centrales y prioridades;
al nivel regional, que propendan a la construcción y coordinación de un Espacio Latinoamericano de Educación Superior, que constituye un desafío impostergable.
Finalmente, el trabajo reflexiona sobre estas características y sus efectos en términos de la construcción de futuros mediatos para la Universidad que favorezcan decisiones en el presente y que sienten las bases de una Nueva Reforma Universitaria para el Siglo XXI.
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