Abordar contenidos que tienen una fuerte carga de ética y deontología profesional resulta complejo. Algunas dificultades provienen de aspectos psicológicos que generalmente los científicos y tecnólogos obviamos. Abordar temáticas de Gestión de Riesgos y Reducción de Riesgos de Desastres (GR y RRD) puede implicar que competencias y capacidades meramente técnicas se asuman con facilidad, mientras otras sobre consecuencias para la seguridad colectiva de las personas y comunidades no se interioricen de forma óptima, incluyendo el papel y la responsabilidad de los intervinientes. Los destinatarios de la actividad didáctica, podrían ser futuros gestores. Eran estudiantes de 3º de grado de Ciencias Ambientales, Asignatura Riesgos Naturales de 4.5 créditos ECTS (código 203026), pero únicamente se disponía de 0,24 para el módulo “Gestión de Riesgos”. La generación de resiliencia frente a los desastres se manifiesta en 5 componentes básicas, aceptadas internacionalmente por la Estrategia Internacional de Reducción de Desastres (UNISDR). Se pretendía potenciar la tercera, “Conocimiento y capacitación”. Ante semejante reto se optó por plantear un caso real, los múltiples asedios entre los siglos VIII-XIV de una fortaleza concreta, analizando las vulnerabilidades y fortalezas al situarse en el rol de asesor/a del gobernador de la época, para protegerla. Debían utilizar cualquier conocimiento previamente adquirido en el grado y su vida, reforzando ingenio e integración de datos. La distancia temporal y permitirles elegir el rol de musulmanes o cristianos, pero defensores no atacantes, facilitaba la educación en valores y la responsabilidad profesional. Explicar gestión de amenazas naturales y aspectos deontológicos asociados, después, fue sencillo.
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