En este nuevo milenio las escuelas y los profesores tienen que hacer frente a numerosos y nuevos problemas, incertidumbres, retos y reformas educativas. La motivación de los profesores para llevar a cabo los cambios que la actual coyuntura demanda es un problema que es necesario abordar. Por una parte, en este artículo se analizan las cualidades de la profesión docente (sus posibilidades de generar alta motivación intrínseca) y las tensiones que acusa la profesión docente, que en estos tiempos están produciendo, en muchos casos, el llamado síndrome del profesor quemado. Por otra parte, a la luz de las teorías sobre motivación en el trabajo, se proponen vías de acción que tanto el profesor como el contexto educativo, y en particular los directivos, pueden poner en marcha para elevar la moral de los profesores y, por tanto, la capacidad de innovación de los centros educativos.
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