Lograr organizar el mundo afectivo (emociones-sentimientos), comportamental (social-personal) y cognitivo (actos mentales-físicos), en un sistema de valores estable y flexible, es un aprendizaje clave para el desarrollo integro de la persona, que se prolonga a lo largo de toda la vida y en cualquier circunstancia física-spíquica y sociocultural. En esta organización valorativa del sujeto, la variable central es el control positivo de la afectividad. Este estudio se centra, por tanto, en aplicar y analizar unos instrumentos de evaluación que permitan indagar cómo el ser humano gestiona su afectividad y como esta interacciona con su mundo cognitivo y comportamental; a fin de orientar pedagógicamente su desarrollo hacia metas de humanización plena, o felicidad.Los antecedentes de los instrumentos de análisis e interpretaciones que se presentan en este documento se pueden encontrar en las investigaciones realizadas a través del “Tests de Familia” (Corman, 1961; Autor 1999b), así como, en las últimas investigaciones de la Fenomenología sobre la intencionalidad humana (Sáez, 2009; Laguna, 2011) y de la Inteligencia Emocional (Goleman, 1995); y, todas estas perspectivas, integradas desde las investigaciones sobre la Teoría de Valores (Autor, 1997, 1999, 2000a, 2000b, 2001, 2011; Autor y González, 2000). La profundización en todos estos antecedentes, ha permitido construir el Modelo Cognitivo y Comportamental-Afectivo de la persona (Modelo CCA) (Autor, 2016), que fundamenta el estudio de caso presentado en este artículo.
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