Los niños, especialmente los más pequeños, desarrollan alteraciones nutricionales subsidiarias de soporte artificial con mayor facilidad que los adultos, debido a sus necesidades relativamente mayores, a la inmadurez funcional de su organismo y a la dependencia de sus mayores para las cuestiones relacionadas con la alimentación. La nutrición enteral debe ser la forma de soporte elegida siempre que el intestino funcione y debe indicarse precozmente para que el crecimiento y el desarrollo alcancen todo su potencial. Esta forma de alimentación debe adecuarse a las peculiaridades fisiológicas propias de cada etapa de la edad pediátrica y, por lo tanto, las fórmulas, el material y la forma de administración deben elegirse de forma individualizada. Los trastornos en el desarrollo de la conducta alimentaria constituyen una complicación específica de esta técnica en los niños, que además pueden desarrollar las mismas complicaciones que se presentan en adultos. La nutrición enteral domiciliaria permite la reintegración precoz del niño con soporte nutricional a su núcleo familiar.
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