Citarse con Donna Ferrato para hacerle unas preguntas frente a una grabadora es una experiencia bastante alejada de lo que cabe esperar de una entrevista: hace declaraciones incendiarias que omitiremos para evitarle problemas, se levanta varias veces de la silla para mostrarnos algún detalle de las fotos de su exposición, es entusiasta y apasionada y no parece tener mucho interés en debatir sobre cuestiones teóricas y demás “bullshit”, sino en agitar conciencias a través de sus imágenes.
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