L.E. Martínez, Concepción Jordá Gutiérrez, O. Martínez, C. Córdoba Sellés
A principios de la primavera del año 2001 se detectaron, en un invernadero de tomate (variedad Thomas), plantas que presentaban una alteración no habitual en las plantaciones de la zona y que se observaba por primera vez. La mayor parte de las plantas del invernadero presentaban síntomas del virus del mosaico del pepino dulce (PepMV), algunas estaban afectadas por el virus del rizado amarillo del tomate (TYLCV) y muy pocas mostraban afección por el virus del bronceado del tomate (TSWV), mientras los nuevos síntomas afectaban a poco más del 3% de las plantas, localizadas mayoritariamente en los bordes o junto a los pasillos.
En poco más de 3 semanas la proporción de plantas afectadas por esta nueva alteración aumentó de forma espectacular, arrancando el cultivo en la primera decena de mayo, cuando las plantas tenían entre 3 y 4 ramilletes florales. Pese al arranque y a las precauciones higiénicas los síntomas aparecieron, poco después, en dos invernaderos próximos donde la incidencia fue menor.
Tras un cultivo de pepino en el primer invernadero se plantaron de tomate variedad Boludo a principios de septiembre, reapareciendo los síntomas a mediados de octubre en los mismos invernaderos que en la primavera. Se arrancaron los tomates, se desinfectaron los invernaderos y se mantuvieron en blanco durante tres meses. Se plantaron, de nuevo, en febrero con la variedad Boludo y, en abril, volvieron a aparecer los síntomas. En esta primavera aparecieron las alteraciones en invernaderos de otras explotaciones dentro de la misma zona, alcanzando a plantaciones adultas realizadas en septiembre-octubre y en las de febrero-marzo. Al mismo tiempo aparecía en otra zona, distanciada de la inicial, tanto en plantaciones bajo malla como al aire libre, con incidencias elevadas y síntomas más agresivos.
En el invierno de la campaña 2002-03 resultó una constante en la mayor parte de las plantaciones, presentando manifestaciones cada vez más agresivas, incidencias más elevadas, llegando a comprometer la viabilidad de las plantaciones, al unirse a la permanente y extendida presencia del virus del mosaico del pepino dulce; al virus de la clorosis del tomate (ToCV) (cada vez más extendido) y a los omnipresentes virus del rizado amarillo y del bronceado del tomate.
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