En los primeros siglos el cristianismo se implanta en cada nación y va creciendo desde dentro, con formas propias de cada cultura, surgiendo sí diversas iglesias en comunión, con características propias muy señaladas.
De manera diferente se realiza la evangelización de nuevos pueblos en los siglos posteriores. En vez de implantar, cada iglesia ya desarrollada trata de incorporar a su propia iglesia a los pueblos no cristianos que caen bajo su esfera de acción. Ninguna de las iglesias se libra de esta ley, aunque existen en ellas diversos grados de «colonización eclesiástica».
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