Barcelona, España
La transformación del modelo de explotación agrícola familiar en otro de marcado carácter empresarial implicó un problema al agricultor, representado por la dificultad de contratar trabajadores dispuestos a ejecutar las tareas agrícolas de recolección. Las condiciones en las que este trabajo suele ejecutarse, su baja consideración social y su temporalidad intrínseca, han llevado a la deserción del sector frutícola a los trabajadores nacionales y a los extranjeros regularizados. Para el Estado, interesado en la canalización del flujo migratorio en atención a las necesidades de mano de obra de los diferentes sectores productivos, esto ha supuesto un inconveniente que ha tratado de salvar a través del empoderamiento de las organizaciones empresariales agrícolas, transformándolas en agentes ejecutores de las políticas de gestión de flujos.
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